Corrían los años 90, por aquel
entonces, en mi barrio, todos éramos raperos, estaba en auge la moda
del “ganstarap”, todos flipábamos viendo las películas de
raperos americanos como: new jack city, haz lo que debas, colours o
la mítica boyz in” da” hood (los chicos del barrio), esta última
grabada en el sur de los ángeles, películas cargadas de racismo,
violencia y rap. Yo soñaba con pisar un día esos barrios y después
de 25 años, con menos pelo y más arrugas, aterrizábamos en Los
Ángeles, cogimos un taxi porque el transporte público en esta
ciudad deja mucho que desear, en el aeropuerto nos recogió “Red”,
una taxista clavada a la cocinera pelirroja de Orange is the new
black y con un fuerte acento ruso igual que la de la serie. Le dimos
la dirección del hotel que habíamos reservado, de los más baratos
que vimos, ya que en Los Ángeles los hoteles son bastante caros,
durante el trayecto la señora nos fue advirtiendo poco a poco, creo
yo para que no nos asustáramos, con frases como: por qué habéis
cogido este hotel, nosotros le respondimos porque era el más barato,
y ella nos dijo que lo más barato en Los Ángeles, a menudo, no es
la mejor opción, continuó diciéndonos que el hotel estaba alejado
de todo, lejos de buses y metros, luego continuó diciéndonos que
era un barrio con mucha droga y mucha violencia y acabó diciéndonos:
y aparte,...sois blancos, no se os ocurra salir del hotel por la
noche. Aquello nos dejó un poco preocupados, y es que conforme nos
íbamos acercando, allí estaban, las casas, las calles, los coches y
la gente de CRENSHAW, estábamos en nuestra propia peli de raperos,
aquellas que quise vivir de adolescente, sin duda, cuando eres adulto
y estás en el meollo, se ven las cosas de otra manera, esto no era
una peli, era la realidad del sur de Los Ángeles.
Red nos dejó en el hotel y, nada más
bajar, nos encontramos a cuatro “chicos del barrio”, nos abrumó
el pestazo a marihuana que salía de su coche y es que en California
la marihuana es legal, tanto medicinal como lucrativamente, me los
quedé mirando un breve instante y me vino a la mente el zoom a
cámara lenta que hacen en estas pelis, no quise aguantarles mucho la
mirada ya que se palpaba un ambiente extraño, y es que nos hemos
dado cuenta de que aquí el racismo todavía sigue muy vivo.
Nos metimos en nuestra habitación y
teníamos de vecino a otro “chico del barrio” que no dejaba de
hacer viajes con el coche, todo el día y toda la noche, no sabemos
qué se traería entre manos.
Nos fuimos a comprar a las típicas
tiendas de licor regentada por un asiático igualito que en las
pelis, y es que los americanos, otra cosa no sé, pero las pelis las
clavan. Compramos algo para comer y Fátima, sin querer, rozó
mínimamente a una chica y ésta le dijo con un tono muy
desagradable algo así como: qué haces blanquita, no me toques, nos
quedamos flipando, y cada vez teníamos más claro que no estábamos
en el lugar adecuado.
Al día siguiente fuimos a una
lavandería, porque llevábamos ropa sucia des de la Edad Media, y
otra vez volvimos a flipar con este barrio, los dos únicos blancos
de la lavandería y podíamos ver las caras de la gente
diciendo,...qué coño hacen estos dos aquí, pero os aseguro que era
necesario pasar este rato para que mis pantalones dejaran de andar
solos.
No sabíamos cuánto tiempo íbamos a
estar en Los Ángeles, porque estábamos esperando a que llegara la
furgoneta y decidimos cambiarnos de hotel a otro más céntrico,
aunque un poco más caro, y con más facilidad de movimiento. Nos
cargamos nuestros mochilotes y nos fuimos a buscar una parada de bus,
que nos explicó el señor del hotel y que no nos quedó muy claro,
nada más salir nos encontramos a dos chicas empujando sus carritos
con todas sus pertenencias y es que yo no he visto en mi vida tantos
vagabundos como en Los Ángeles, después un obrero nos preguntó si
habíamos perdido la casa, imagino que al vernos con las mochilas se
lo pensaría, ya que aquí es lo más normal del mundo, conviven
vagabundos y trajeados codo con codo. Después de la odisea de
encontrar el bus, montarnos y sentirnos como monos de feria, ya que
todo el bus nos miraba y éramos los únicos blancos, se subieron dos
chicas mejicanas, les preguntamos en inglés si
íbamos bien, porque el bus cada vez se alejaba más del centro, y
para nuestra sorpresa nos respondieron que no hablaban inglés, les
dijimos que mucho mejor, amablemente nos indicaron en qué parada
bajarnos para poder coger un metro en sentido contrario e ir hacia el
centro, en este trayecto nos quedamos perplejos de la tensión que se
puede vivir en esta ciudad, en los asientos sólo verás a blancos
con los blancos, negros con negros y chicanos con chicanos, parece
mentira. Llegamos al hotel y nos fuimos a dar una vuelta por el
centro de Los Ángeles, para mi gusto una ciudad insulsa y de
sentimiento frío, cuatro o cinco manzanas de rascacielos, todo lo demás casas de una sola planta hasta el infinito, caminando por las aceras te encuentras gente de negocios esclavos del móvil, muchas personas hablando solas o gritándole a la nada y largas filas de tiendas de campaña de cientos de vagabundos viviendo su día a día.
La pasta que nos costaba el hotel la intentábamos
amortizar con el buffet del desayuno, ya que desayunábamos y nos
íbamos con los bolsillos llenos de comida para pasar el día,
jajaja, quién no lo ha hecho alguna vez.
Vivimos un momento siempre soñado por
mí, y es que tuvimos la gran suerte de ver un partido de Los Ángeles
Lakers, es todo un espectáculo, el básquet y todo el show que
montan durante el partido, si venís alguna vez, no dudéis en ir a
verlo. A todo esto la furgoneta todavía no llegaba y nada más que
nos hacían rellenar papeles y papeles para poder descargarla del
barco, como los días se alargaban, Fátima buscó una casa por la
aplicación de Airbnb y la espera nos salió mucho más barata, era
la casa de un señor de origen chino, que estaba a las afueras de Los
Ángeles, pero esta vez nos aseguramos que fuera un barrio más
tranquilo que Crenshaw.
No nos podíamos ir de Los Ángeles sin
ver Hollywood, por supuesto, y allá que nos fuimos a ver el paseo de
la fama, entre estrellas y estrellas pisoteadas por la muchedumbre te
vas encontrando a todos los personajes míticos de las películas con
los cuales te puedes hacer una foto por el módico precio de 5
dólares, jajaja, prefiero zamparme un hamburguesote de los que hacen
aquí que hacerme una foto con un spiderman con traje de felpa venido
a menos.
También paseamos un rato por Sunset
boulevard e hicimos otra visita obligada para mí, el estudio de
tatuajes de Kat Von D, pero os puedo asegurar que la realidad no
tiene nada que ver con el programa, aún así es un estudio
impresionante. Teníamos que visitar las famosas playas de Santa
Mónica, pero no vimos a ninguna Pamela Anderson o David Hasselhoff
corriendo con flotador en mano, una lástima. Largas playas de arena
blanca y con el muelle de madera y el parque de atracciones encima
del agua, como sale en muchas pelis americanas, y es que no me
cansaré de decir que las pelis las clavan. A todo esto seguíamos
esperando nuestra furgo, y Fátima estaba bastante agobiada pensando
en que ya no volveríamos a ver nuestra amada camioneta, como dicen
en Los Ángeles wei, y es que se me ha olvidado deciros que
probablemente el 50% de la población de esta ciudad sea mejicana, y
que esto conlleve que yo me haya zampado los mejores burritos de mi
vida. Nos enteramos que se celebraban los premios de los Globos de
Oro, en Los Ángeles, y nos fuimos para Beverly Hills a hacer el
Yankee bromeando en que veríamos a este y al otro actor, pero cuál
fue nuestra sorpresa, nos pudimos poner en primera fila, donde
llegan los coches con los actores, allí flipamos con mayúsculas con
el carisma americano, y es que pierden los papeles simplemente con
ver un coche de color negro, sin saber quién va dentro, nosotros
medio sordos por los gritos de adolescentes y no tan adolescentes
echamos allí la tarde, viendo pasar a Drew Barrimore, Justin Timberlake
y Sylvestre Stallone, entre otros.
De vuelta a casa de Zhi Wei donde
pasábamos los días, se me ocurrió decirle a Fátima que tiraríamos
una moneda al aire, si salía cara mañana nos daban la furgoneta, si
salía cruz seguiríamos esperando, todo esto para que se relajara un
poco y dejara de estar agobiada, pensad que pasamos navidad y fin de
año sin noticias de la furgo, salió cara, el destino había hablado
y... cáspitas nos levantamos al día siguiente y allí estaba un
mail diciéndonos que estaba todo arreglado y que en un día podíamos
coger nuestra furgoneta, bendita moneda, a Fátima le cambió la
cara, y es que para nosotros no tiene punto de comparación viajar
con nuestra furgoneta que sin ella, deseando que pasara el día
rápido nos fuimos a dormir temprano esperando la mañana siguiente
como un niño espera el día de reyes.
Llegó el día tan esperado, cogimos un
Ubber (una aplicación que te permite coger taxis a precio cerrado)
sin duda una aplicación fantástica que hemos descubierto durante el
viaje, nos dejó en la puerta de un almacén, y allí estaba, blanca
y radiante, como va la novia el día de su boda, no pudimos
aguantarnos el abrazarla y besarla después de tantos días sin
verla, como no podía ser de otra manera arrancó a la primera, nos
encontramos un espejo retrovisor roto que ya hemos arreglado con
cinta americana,...como no...estamos en América. Emprendimos la
marcha hacia el sur de California rumbo OceanSide, para ver los
maravillosos atardeceres que esconden al sol por el Pacífico, pero
todo esto y mucho más os lo relataremos en los próximos posts.
Ahora nos espera el lejano Oeste.
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el tan ansiado reencuentro |
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Motel en Crenshaw |
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Los Ángeles |
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Los Ángeles |
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Tienda de burritos |
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paseo de la fama |
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Hollywood |
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Santa Mónica |
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partido Lakers-Utah Jazz |
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Sunset Boulevard |
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estudio de tattoo L.A.ink |
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estudio de Tattoo L.A.ink |
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Hollywood |
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Tipical American |
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Beverly Hills Rodeo Drive |
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Globos de oro |
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Ya volvíamos a estar juntos |
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la despensa llena |
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Pacific Sunset |
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