Después de varios miles de kilómetros
de llanura para cruzar el centro de Canadá, llegamos a Thunder Bay,
el primer pueblo que bordea el Lago Superior, el lago más grande del
mundo, y no sé si será el más grande, pero desde luego cuando
estás en su orilla tienes la sensación de estar en el mar, ya que
ni desde lo alto de los acantilados que lo envuelven, puedes ver el
otro lado, y es que tiene, ni más ni menos que 4.393 Km. de costa.
Nos ha regalado grandes vistas y esos magníficos acantilados de los
que hablaba donde hemos podido escalar. Allí conocimos a Mike y
Robert, dos escaladores “sesenteros” y muy auténticos,
autóctonos de la zona, muy amablemente nos estuvieron enseñando las
zonas de escalada cercanas. Después de destrozarnos las yemas de los
dedos, emprendimos marcha, bordeando todo el lado canadiense del lago
superior, hacia Toronto. Toronto, vaya ciudad guapa guapa, creo que
en el “ranquing” de este viaje, sin duda es de las mejores, sino
la mejor de todas, una mezcla de edificios altos y casas bajitas
impregnadas de graffittis, una multiculturalidad y mezcla de razas
como no había visto hasta ahora, comprobamos científicamente que en
el metro no entran dos personas seguidas de la misma raza, por no
hablar de la amabilidad de su gente. Nada más llegar, íbamos por el
centro con nuestra furgo, reconociendo un poco la ciudad y buscando
alguna zona gratis para aparcar, entonces nos adelantó por la
derecha un tipo en bicicleta y nos preguntó a voces,
-¡¡¡de dónde sois, que no reconozco
esta matrícula!!!
así llegamos a un semáforo en rojo y
David se paró al lado de nuestra ventanilla, empezamos a explicarle
nuestro viaje y... el semáforo se puso verde
-¡¡¡OOOh qué guai, qué gran
aventura, que os vaya muy bien!!!
y así llegamos a otro semáforo en
rojo y David se volvió a poner en nuestra ventanilla, le explicamos
que estábamos buscando alguna zona gratis para aparcar y nos dijo
que en el centro era bastante difícil, a todo esto el semáforo se
volvió a poner en verde y nos dijo
-parad en esta gasolinera de aquí y os
digo alguna zona para aparcar gratis.
allí estuvimos un rato charlando con
él y su información nos fue de fábula, ya que encontramos una zona
gratis y tranquila donde pudimos pasar unos días aparcados. Esa
misma tarde terminamos tomando un café etíope con él, unos
dumplings tibetanos y para rematar un par de cervecitas.
Estuvimos unos días más descubriendo
y disfrutando esta maravillosa ciudad, sus barrios chino, portugués,
latino, italiano, coreano, africano, y un largo etcétera, miles de
ofertas culturales gratuitas, y es que, hay que ver cómo cuidan al
ciudadano en este país.
Con gran pesar dejamos Toronto atrás,
sin saber todavía lo que nos deparaba el futuro, una pequeña avería
en nuestra furgoneta, pero... ¡Ay mare! ¡bendita avería!. Y es que
emprendimos marcha hacia las cataratas del Niágara, en el camino
hicimos una parada para visitar los famosos viñedos de la zona,
cuando subimos de nuevo a la furgo pasó lo que llevaba tiempo
esperando:
-Fátima, la furgo no arranca
-Bueno, ya hace tiempo que le cuesta
arrancar, un día u otro tenía que pasar
-Ok, es hora de quemar el sándwich del
almuerzo, tendremos que empujar
-Espera que me ato las zapatillas
Y allí estábamos los dos, empujando
como jabatos, Fátima con los pies hinchados, pero no de empujar,
sino de la presión con que se había atado los zapatos, chica
previsora. Por esas cosas del destino que a unos quince metros
teníamos una bajada que nos facilitó la tarea, la furgo empezó a
coger carrerilla y saltando como en una peli de acción, nos metimos
dentro, Jason Bourne y Marie Kreutz lograron arrancar la furgoneta y
se dirigieron hacia Sta Catharina, el pueblo más cercano donde, otra
vez por esas cosas del destino, había una casa Volkswagen, algo
bastante raro en Canadá. Aparcamos en el parking y entramos a
preguntar si nos podían arreglar la furgoneta,
-hasta la semana que viene imposible,
tenemos el taller a tope
-ok pues entonces tendremos que dormir
aquí porque nuestra furgoneta no arranca y nosotros vivimos en ella
-buf, veré qué puedo hacer
A los cinco minutos salieron, como de un anuncio de coches, seis mecánicos impolutos del taller en busca de la furgo, empujando la metieron dentro y se pusieron a arreglarla. Al rato salió un mecánico y nos dijo que el problema era una pieza del contacto, nada grave, pero la pieza no le llegaba hasta el lunes y estábamos a viernes, como solución para el fin de semana nos propuso hacer un bypass, eso en inglés, en castellano lo que viene siendo un puente de toda la vida y al más puro estilo del torete y el vaquilla salimos del taller arrancando nuestra furgoneta juntando dos cables.
A los cinco minutos salieron, como de un anuncio de coches, seis mecánicos impolutos del taller en busca de la furgo, empujando la metieron dentro y se pusieron a arreglarla. Al rato salió un mecánico y nos dijo que el problema era una pieza del contacto, nada grave, pero la pieza no le llegaba hasta el lunes y estábamos a viernes, como solución para el fin de semana nos propuso hacer un bypass, eso en inglés, en castellano lo que viene siendo un puente de toda la vida y al más puro estilo del torete y el vaquilla salimos del taller arrancando nuestra furgoneta juntando dos cables.
No habíamos andado cinco metros que
allí estaban Barry y Ann, nos pararon antes de que pudiéramos salir
del taller y nos preguntaron si veníamos al festival Volkswagen, les
dijimos que no, que se nos había roto la furgoneta y teníamos que
esperar hasta el lunes. Nos explicaron que este fin de semana se
hacía un festival Volkswagen en un pueblo cercano, el destino había
hablado, Ok no tenemos nada que hacer hasta el lunes, puede estar
bien. Se ofrecieron para llevarnos a la tienda que organizaba el
evento y allá que nos fuimos. Llegamos a John's bug shop, estuvimos
explicándoles nuestra situación y nuestro viaje a todos ellos. Nos
fuimos hacia el camping donde se concentraban todas las furgos y
coches del evento y nada más llegar ya nos estaba esperando AJ, otro
organizador que ya sabía que íbamos para allá. Nos recibieron con
los brazos abiertos, fogata encendida y cerveza fría, ¿podíamos
pedir algo más?. Al día siguiente se hacía una ruta exhibición de
todos los vehículos Volkswagen, a cual más limpio y brillante,
entre todos ellos, allí estábamos nosotros, con nuestra furgo que
lleva mierda pegada desde Mongolia. Una vez aparcados los 250
vehículos del evento, pudimos disfrutar de una barbacoa y de grandes
conversaciones con toda la gente que flipaba con nuestra aventura y
con nuestro método para arrancar la furgo. Con la barriga llena,
preparados para irnos al camping se acercó un tipo y nos dijo que
era periodista del diario Niagara This Week y nos quería hacer una
entrevista sobre nuestro viaje, acabamos saliendo en portada. Una vez
en el camping, AJ, buen tipo y mejor persona, nos sorprendió con un
regalito digno de admirar, apareció con dos botellas de vino mágnum
italiano, que nos bebimos entre los tres, visitando y charlando con
los vecinos Volkswageneros, acabamos la noche a la vera de la hoguera
con guitarra en mano. Al día siguiente no había quién se
levantara, y cuando salimos de la furgo sólo quedábamos nosotros,
no veas cómo madruga esta gente. El domingo era la exposición de
todos los vehículos, nos fuimos para allá y nos volvimos a
encontrar con Barry y Ann, nos habían preparado unos bocatas para
comer con ellos, junto a ellos y otros compañeros pasamos todo el
día disfrutando de actividades tales como quemar el motor de un
coche o hacer equilibrio encima de una madera con los coches. Llegó
el momento de entregar los premios y para nuestra sorpresa AJ,
micrófono en mano, empezó a explicar a todo el mundo nuestra
aventura, nuestro viaje y cómo el destino nos había llevado hasta
allí, entonces dijo
-Ahora me quito el sombrero y lo dejo
encima de la mesa, todos aquellos que queráis ayudar a estos chicos,
podéis poner lo que queráis aquí dentro.
Anonadados vimos como la gente empezó
a acercarse y a meter billetes dentro del sombrero, incluso un
ganador compartió la mitad de su premio con nosotros, otros se
acercaron y nos regalaron bandejas de comida y como remate final la
organización nos volvió a invitar a cenar. Toda una demostración
de bondad, amabilidad, respeto y otros tantos adjetivos que podría
poner para esta maravillosa gente que conocimos este fin de semana.
Todavía no había acabado todo, al día siguiente Barry y Ann
vinieron al taller, mientras arreglaban la furgoneta, y nos dijeron
que les gustaría pasar el día con nosotros y enseñarnos un poco
toda la zona, así que empezamos el día con un desayuno a lo
canadiense total (huevos, bacon, tostadas, mermelada, salchichas,
café y colesterol), con la barriga llena y la furgo arreglada nos
invitaron a su casa, nos dimos un buen bañito en su piscina, nos
enseñaron dos magníficos mustangs clásicos que tenían en su
garaje, también estuvimos visitando las cataratas del Niágara,
algunos viñedos, hicimos una pequeña cata y volvimos a rematar el
día con otra cena (fish & chips), al despedirnos nos
sorprendieron, una vez más, regalándonos una matrícula canadiense,
banderas y jabones para nuestro viaje. Nos hicieron sentir como en
casa.
Este viaje nos está enseñando muchas
cosas, sobretodo que afortunadamente, en el mundo, hay muchas más
buenas que malas personas. Barry y Ann, AJ y John os estaremos
agradecidos toda la vida.
esperando alguna solución |
escalada en el lago superior |
vistas desde los acantilados el lago superior |
pictografías de los indígenas en la orilla del lago |
Toronto |
Toronto |
cómo no...la CN Tower |
buscando el problemilla |
vino con AJ |
guitarra a la vera del fuego |
os presentamos a Barry y Ann |
cena en uno de los lugares más lujosos del mundo |
espectaculares cataratas |
cataratas |
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