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jueves, 10 de noviembre de 2016

De Ullan Bataar a Pekín en el transmongoliano


Es la 1:30 de la madrugada del día 1 de noviembre de 2016.

Estamos en el aeropuerto de Pekín pasando la noche, esperando a que salga nuestro vuelo el día 1 de noviembre a las 15:30.

Estoy escribiendo el post en una hoja word para poder colgarlo cuando tenga acceso al blog, ya que en China está restringido google, facebook, instagram y twitter. Pero necesito escribir lo que estamos viviendo estos días, porque cuando tendremos acceso al blog ya no recordaremos todo lo que nos está pasando.

Empezaremos hablando un poco del viaje en transmongoliano de Ullan Bataar a Pekín, un viaje increíble, atravesamos el desierto de Gobi, las azafatas eran muy agradables, estuvimos solos en el compartimento así que quedaron dos camas libres donde pudimos dejar las mochilas y estar muy anchos y cómodos, era mágico estar sentado dejando que te tocara el sol del desierto viendo pasar las dunas infinitas. A las 19h de la tarde llegamos al último pueblo de Mongolia, donde nos hicieron la revisión de pasaportes y nos estamparon el sello de salida. A las 21h llegamos a la entrada de China donde nos revisaron los pasaportes y nos sellaron la entrada, mientras cambiaban las ruedas de los vagones, levantando cada vagón (con nosotros dentro) uno por uno, quitando las ruedas de Mongolia y poniendo las Chinas. Yo me dormí durante el cambio, quería quedarme despierta todo el proceso, pero no me di cuenta y ya estaba durmiendo. Me desperté a la mañana siguiente viendo unos paisajes muy distintos, montañas y lagos del norte de China.



Estábamos encantados con nuestro viaje en transmongoliano, hasta que llegamos a Pekín, una ciudad con un ritmo frenético, sólo bajarnos del tren ya nos estaban gritando. Teníamos que encontrar el hotel que habíamos reservado un mes antes, así que cambiamos dinero, ya que en China hay muy pocos lugares donde puedas pagar con tarjeta, sacamos un billete de metro (que nos costó sobre 1 hora entender) y nos fuimos hacia el hotel. Aquí llegó la primera prueba de nuestra horrorosa Gincama de Pekín, tardamos 5 horas, 3 metros, 1 taxi, mil veces preguntando con el traductor del móvil, aguantando que todo el mundo se riera de nosotros porque no encontrábamos un sitio que ni los vecinos sabían que existía, hasta encontrar el hostal. Al llegar un chico abrió una de las puertas de todas las habitaciones y nos acompañó hasta lo que se supone que es la casa del recepcionista, el responsable del hostal nos dijo que no tenía habitaciones libres, nosotros intentamos explicar que teníamos una reserva de hacía un mes, al final nos dijo que le quedaba una que no tenía ni preparada ni nada, nos la enseñó, pero al final decidimos irnos, porque no nos gustó lo que estaba pasando. Volviendo hacia el centro de Pekín empezamos a buscar hostales, con la gran suerte que se nos acabó la batería del móvil que tiene la aplicación del mapa vía satélite, así que ya íbamos perdidos por Pekín con unas mochilas de unos 30 Kilos sin saber hacia dónde ir, en cada hostal que veíamos entrábamos a preguntar, pero en China muchos hostales no aceptan extranjeros y sólo cruzar la puerta nos echaban. Bueno tampoco era grave....se puso a llover, así que no podíamos desesperarnos. Intentábamos buscar la estación de tren a la que habíamos llegado durante la mañana, porque habíamos visto muchos hostales allí, pero no sabíamos si íbamos bien, con la gran suerte que preguntamos a una señora que hablaba inglés, yo creo que nos vio la cara de por favor que alguien me ayude, le explicamos qué nos había pasado y nos acompañó a un hostal que no aceptan extranjeros y pidió que nos dejaran quedar a dormir por esa noche, ya que era tarde, llovía y no teníamos dónde quedarnos, gracias a esta señora pudimos dormir en un hostal esa noche, mientras buscábamos por internet otro donde pudiéramos quedarnos. Al día siguiente fuimos al que reservamos la noche anterior y nos dijeron que sí nos podíamos quedar, así que por fin pudimos deshacer las mochilas y relajarnos un poco.

Al salir a pasear por Pekín nos chocó mucho ver el ritmo de la gente, la cantidad de gente que puede haber en un sitio, además todos empujando, intentando colarse (en cualquier tipo de cola, el metro, para pagar, para entrar a museos, etc) nos sentimos un poco incómodos, pensad que veníamos de Mongolia, donde todo el mundo fue encantador con nosotros, agradables y muy abiertos, aquí era todo lo contrario.

Además Jordi se trajo un regalito del hotel de Ullan Bataar, los brazos llenos de mordeduras de chinches, estaba rascándose todo el día, compramos alcohol y cada noche se lo limpiaba muy bien, le costó una semana empezar a sentirse mejor.

Yo tuve el privilegio de vivir una experiencia china de lo más tradicional (creo) ir a un baño público chino, en estos lugares no hay tazas, son sólo los agujeros en el suelo (hasta aquí no hay problema) estos agujeros están separados por unas paredes que llegan hasta tu pecho, bueno no pasa nada, y lo que me dio un poco más de reparo,...no hay puertas, es decir, nos vemos todos, bueno todas. Cuando entré en el baño primero dije,...ups no sé si yo... bueno... al final ellas estaban tan tranquilas mirando el teléfono mientras hacían sus “intimidades” así que me dije,...bueno si a ellas no les importa pues a mí tampoco, y al final no fue para tanto, ya que nadie le da importancia.

Al salir me reía al recordar que en Noruega un día estaba en un baño público y se me olvidó pasar el pestillo y una señora abrió y me vio, las dos nos pusimos rojas y ahora ya meo tan tranquila rodeada de chinas mirando su móvil, cómo son las cosas, cómo va cambiando la perspectiva.



Fuimos a ver la muralla China, es impresionante tanto los paisajes que puedes ver, como lo inmensa que es, como los turistas que hay y como lo desagradables que son contigo mientras estás apreciando esa gran belleza, empujando, gritando, escupiendo casi en tus pies. Al día siguiente empezamos nuestra segunda prueba de la Gincama de Pekín, fuimos a la embajada India a tramitar el visado, nos dijeron que tardarían 7 días laborables en tener el visado, pero nosotros teníamos el billete de avión para el lunes 31 de octubre, necesitábamos que se hiciera en 4 días laborables, nos hicieron enviar un mail pidiendo que nos lo hicieran antes explicando las razones, así que lo hicimos y nos contestaron que tendríamos el pasaporte el 31 a las 11:30 para poder coger el avión a las 15:30. Seguimos visitando Pekín, y haciendo más gestiones, teníamos que comprar un billete de tren, así que fuimos a la estación de tren y allí nos trataron fatal, tanto las encargadas de la venta de billetes como la gente de las colas que nos empujaban, nos miraban con mala cara diciendo cualquier cosa en chino. Hicimos tres colas de media hora cada una hasta que nos echaron, desesperados salimos de la estación de tren sin saber cómo comprar el billete, en el paisaje de fondo todo eran edificios altos con mil ventanas de oficinas, hasta que vimos uno en que había unas letras grandes arriba donde ponía CHINA TOURISM, así que como si fuese una señal nos fuimos para allá, cuando llegamos las chicas no hablaban inglés pero tenían mucha voluntad por ayudarnos. Ellas con su traductor y nosotros con el nuestro nos fuimos a una ventanita que había en la calle que resulta que también vendían billetes y allí conseguimos un billete de tren de Zhangjiajie a Guilin. Después de discutir entre nosotros por culpa de lo mal tratados que estábamos seguimos visitando Pekín. Decidimos ir al mercado nocturno donde puedes comer cualquier cosa, yo iba preparada a probar algún insecto o algo raro, pero no pude, ni yo ni Jordi pudimos, a mí no es que me hiciera mucho asco ver los insectos preparados para comer, olía realmente mal, sin olvidar los escupitajos al lado de tus pies. Nos comimos como una empanada que nos sentó muy bien, igualmente los precios eran bastante caros, en otros sitios de Pekín puedes encontrar comida muchísimo más barata, pero bueno, fue interesante vivir aquella experiencia.



Finalmente llegó el lunes, o sea hoy, y nos levantamos bastante contentos, porque, aunque Pekín es una ciudad llena de vida, con paisajes y colores increíbles, a mí personalmente no me gustaría volver.

Bien, esta mañana nos hemos levantado, nos hemos vestido y preparado y nos hemos ido a la embajada a buscar el pasaporte. A las 10:30 ya estábamos allí (nos habían dicho que tendríamos el pasaporte a las 11:30) nos han dicho que los pasaportes estaban llegando, sólo teníamos que esperar 20 minutos más de las cuenta, bueno teníamos tiempo hasta la 13h para coger el tren que nos llevaría al aeropuerto. A las 12 ha llegado la chica que llevaba los pasaportes, llevaba por lo menos 1.000, pero no los nuestros, han llamado para preguntar qué pasaba con nuestros pasaportes, les han dicho que llegarían por la tarde... por la tarde... nuestro avión salía a las 15:30...así que como podéis imaginar,...hemos perdido el avión, menos mal que en la embajada nos han dejado un ordenador con internet y hemos podido modificar la fecha del vuelo para mañana, aunque con un suplemento de 135 euros más. Sin hotel, con las mochilas hechas, hemos decidido ir a pasar la noche al aeropuerto.

Aquí estoy, casi las 2 de la madrugada, lleno de gente, es como una ciudad pequeña llena de movimiento, y es increíble, aquí dentro también escupen, cada vez que estoy a punto de dormirme oigo como se preparan para escupir.

Bueno es otra cultura, otra manera de hacer las cosas, aunque lo siento mucho, no me he sentido nada bien aquí en Pekín, mucha gente me dice que en el sur es mucho mejor, vamos a ver qué tal son nuestros días en el sur de China.

Es un poco difícil afrontar los problemas cuando te tratan de una manera tan desagradable, a mí me afecta de una manera y a Jordi de otra, y al principio cada uno dejaba salir su carácter lo que hacía que nos enfrentáramos entre nosotros, pero poco a poco creo que hemos aprendido, sobretodo yo, a que hay cosas que no puedes controlar, hay veces que te encuentras en manos del destino y puede que salga bien o puede que no, al final lo importante es saber que estamos los dos bien, y que nos respetamos y nos cuidamos entre nosotros. Siempre hay una solución por ahí escondida, sólo tienes que sentarte, parar un momento y buscarla.

Estoy aprendiendo muchísimo gracias a China, esta manera de tratar a la gente que tienen algunos está haciendo que aprenda a controlarme a no alterarme, a no buscar la solución más rápida, sino la mejor. El dinero es importante para el viaje, pero el viaje lo es más, estoy viendo que no se nada del mundo, de la vida, de las cosas que te puedes encontrar. Aquí estamos en un aeropuerto,... en la otra punta del mundo, lejos de nuestras familias, esperando a que pasen 12 horas, y no me importa, a mi lado está Jordi durmiendo en un banco, abrazado a un cojín de viaje, quizás en otro momento de mi vida hubiera estado buscando una solución, un hotel, algo donde estar mejor, pero es que ahora, estoy bien donde estoy, no me hace falta estar mejor, y así voy aprendiendo y madurando.



vista del transmongoliano

última parada de Mongolia

cambio de ruedas en China

calles de Pekín

La gran Muralla

La gran muralla y sus miles de turistas

mercado nocturno

mercado nocturno

souvenir de Ullan Bataar, hay quien se lleva un ímán y hay quien se lleva chinches

Una de las pocas chinas de Pekín que nos ayudó

Pasando la noche en el aeropuerto,...pero con el visado de Índia ;)



















9 comentarios:

  1. Respuestas
    1. jajajjaa bueno algo així, ara des de fora ja ho veig d'una altra manera, tenen maneres de fer diferents,...podriem dir...

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  2. Que maravilla de viaje, mirar solo la experiencia que estáis viviendo ,con lo bueno y lo malo.Gracias por compartir con nosotros besos

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  3. Ja era horaaaaaaaa ;) valtros podeu amb això i més :)))

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  4. Aquesta experiència és boníssima, seguiu disfrutant I escrivint aquests diaris del tot interessants😘😘

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  5. sí. ara amb la distància podem apreciar millor els moments menys bons que hem passat i llegir-ho amb el temps passat és molt enriquidor

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  6. "xino,xano" aneu fent cami, pero com t'agraden estes cosses.

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