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martes, 29 de noviembre de 2016

Yo quiero ser vietnamita!!!

Después de nuestra experiencia en China, llegó el momento de Vietnam, parece mentira que estando tan cerca unos de los otros, sean tan diferentes.
Llegamos a Hanoi una tarde calurosa de noviembre, sólo salir del aeropuerto nos impactó la amabilidad y facilidad de toda la gente que nos íbamos encontrando, para ayudarnos. Ya no nos acordábamos de qué era esto, gracias a nuestros amigos chinos, y quedaba tan lejos la hospitalidad mongola...
Rápidamente nos dirigieron hacia un bus para llevarnos a la ciudad, donde nos hicieron descuento por ser dos personas, también nos cambiaron dinero a un buen precio y quisieron vendernos toda clase de excursiones y tours, ya que están muy acostumbrados y tienen muy claro la importancia que tiene el turismo en su país. Os recomendamos que no os dejéis llevar con las primeras ofertas, es mejor llegar a los sitios e ir viendo todas las propuestas, y así os iréis acostumbrando al regateo, ya que en Vietnam todo funciona regateando, al principio es un poco estresante, pero poco a poco le vas pillando la gracia y llega a ser hasta divertido.
Todo aquél que haya estado en Vietnam sabe qué es lo que más impacta al llegar a las ciudades como Hanoi....el tráfico, las motos, en cada esquina te juegas la vida para cruzar, te vienen por todos los lados a la vez, no respetan los carriles, ni los semáforos, ni mucho menos a los peatones, podríamos decir que aquí hay otras leyes,...o que no hay leyes. Es muy divertido ver este tráfico sentado en una terraza tomando una Hanoi Beer, uno que se cae, dos que se chocan, cinco tipos montados en una moto charlando,... y nunca pasa nada.
Hanoi es una ciudad llena de vida callejera y social, da igual que sea el día que sea o la hora que sea, los vietnamitas tanto de Hanoi como de todos los lugares donde hemos estado, viven en las calles, comen, juegan, charlan, duermen y beben café al estilo Saigón a todas horas, sentados en unas sillitas diminutas o de cuclillas, nosotros intentamos adquirir esta posición, pero no aguantamos más de 2 minutos así sin que se nos duerman las piernas. Todo esto acompañado de la clásica pipa vietnamita (sólo típica en el norte), hecha de bambú, que fuman a todas horas y no dudan en ofrecerte una caladita. Jordi tuvo el privilegio de probarla, menos mal que la mochila va llena y no cabe nada más, sino nos traemos 3 pipas.
Estábamos dudando de si ir al teatro de las marionetas de agua o no, menos mal que finalmente sí que fuimos, fue un espectáculo increíble, hecho con un gusto exquisito, música tradicional en vivo, movimientos sutiles y totalmente coordinados, te transportan a su mundo sin ningún tipo de problema. Allí conocimos el Dan Bau, un instrumento musical tradicional vietnamita, de cuerda, que suena realmente como una voz humana, la chica que lo tocaba era muy profesional y musical, menos mal que la mochila va llena y no cabe nada más, sino nos traemos 3 Dan Baus. 
Os recomendamos que visitéis las calles que rodean el lago central en fin de semana a partir de las 18h, lo cierran al tráfico y la gente se sienta en mitad de la calle a charlar, cenar, montar juegos, tocar y cantar canciones, y además invitan a todo el mundo a participar de sus actividades, hay momentos en los que no te sientes extranjero, incluso dudas de si estás o no en casa.
De Hanoi nos fuimos a Halong, para poder visitar la tan conocida y fantástica bahía. Nos desplazamos en bus, que nos costó unos 6 euros por 200Km. pero resulta que los buses te dejan en el puerto de los ferrys y cruceros, de esta manera te obligan a coger un taxi cuando llegas y es que los vietnamitas lo tienen todo pensado, así trabajan autobuses y taxis. Siempre ganan, sino preguntadles a los americanos. En Halong llegó un poco de descanso que tanto nos merecíamos, pudimos ir a la playa, comer platos típicos de la zona con marisco, pescado y noodles por supuesto muy gustoso y apetecible todo. Todos los comercios, restaurantes, bares, casas,... están abiertos de par en par dando la sensación de invitarte a entrar, realmente es muy agradable incluso en muchos restaurantes cuando preguntas por el baño, directamente te dirigen a su casa, pasas por el comedor donde quizás hay un señor mayor viendo la tele, éste te saluda y tú sigues tu camino hacia el baño tan tranquilo. Esto sucede porque muchos locales comerciales utilizan la entrada de la casa para tener su negocio.
Y llegó el momento, uno de estos momentos mágicos que estamos teniendo durante nuestro viaje, te preparas para ver algo que has imaginado y que sabes que superará todo lo que tenías en mente. Te encuentras en un barco que poco a poco se va adentrando en la multitud de islas monolíticas llenas de vegetación, mezclada con altísimos acantilados de piedra calcárea, sin duda perfectos para escalar, aunque aquí no está permitido,...qué lástima. Un paisaje que te oxigena y te llena de vida.
En Halong, un echo importante que debemos recalcar es que el hotel tenía la Happy Hour, de 20 a 21h podías beber hasta 4 cervezas gratis,...igual que en Noruega, jajaja. Así que, gracias a Fátima, que tenía que curar su trauma noruego, a las 20 en punto, como un clavo, estábamos en el hotel, y aunque a alguna le resultaba un poco difícil, las 4 que caían.
Después de saciarnos de cerveza, continuamos nuestro viaje hacia el sur de Vietnam, nos paramos  en Hue, una gran sorpresa. Nos encantó esta ciudad-pueblo, alquilamos una moto y así pudimos salir del pueblo, ir a otras zonas, adentrarnos un poco en las raíces vietnamitas, así que fuimos hacia la playa, a visitar la pagoda, las tumbas imperiales de una grandeza impresionante, el cauce del río perfume y acabamos jugando a la petanca con dos chicos vietnamitas, en un chiringuito donde podías beber un licor casero de....serpiente, lagarto o aborto de becerro,...era por la mañana y no estábamos para probar abortos de becerro, si nos lo encontramos en la Happy Hour, seguro que caen varios, así que escogimos unas coca-colas. Nosotros teníamos la sensación de estar viviendo las noches de verano de los años 80 y 90. Por la noche niños en las calles con el pijama jugando, la gente sentada en las sillas charlando, nos invitaron a sentarnos en un pequeño bar donde acabamos conociendo a la gente, charlando con ellos y cenando unos rollitos típicos vietnamitas que estaban buenísimos.
Al día siguiente, paseando, vimos un estudio de tatuaje y pudimos observar que el tatuador estaba en plena faena, fue tan fácil como entrar, comentarle que yo también soy tatuador y si podía ver su método de trabajo, aceptó gustosamente como buen vietnamita y pudimos intercambiar experiencias.
Después de unos días en Hue tomamos el bus cama hacia Hoi An, nada más llegar ya nos dimos cuenta de que era un sitio muy turístico, demasiado para nosotros. Es una pequeña ciudad con mucho encanto, que queda en segundo plano por la masificación de turistas. Aquí acabarás cansado de los vendedores ambulantes, propietarios de restaurantes, bares, tenderos que te invitan a comprar en sus tiendas insistentemente, aunque si lo miras bien, simplemente están haciendo su trabajo. En Hoi An también alquilamos una moto, ya que nos gusta mucho ir por libre y es una muy buena opción para conocer más aspectos de Vietnam que no sólo las ciudades y tours. Arrancamos nuestra moto y empezamos a recorrer la carretera, en unos quilómetros la moto empezó a derrapar, Jordi creyó que era el mismísimo Valentino Rossi,...pero no....habíamos pinchado, menos mal que pasó delante de un taller de motos y nos lo arreglaron en 10 minutos, así que con el parche en el neumático, nos fuimos adentrando en la selva, hasta llegar a las ruinas de My Son,  una ciudad imperial del reino Champa de los siglos IV al XIII. Es increíble la sensación que tienes al pasear entre estas ruinas, se respira la historia, las paredes de ladrillo rojo impregnadas de vegetación totalmente húmeda y viva, parece que hablen y quieran contar todo lo que han vivido, te sientes parte de esta historia y sólo puedes dejarte abrazar por su magia.
Y sudando toda la belleza que habíamos visto, hasta ahora, en Vietnam, nos fuimos camino de Ho Chi Minh, o mejor conocida entre los vietnamitas como Saigón, la ciudad tomada por los americanos en la Guerra. Una locura, ya que es la ciudad con más motos del mundo, y nosotros, que nos gusta mucho la aventura, allá que fuimos a alquilar una moto, nunca en mi vida he tenido que conducir tan tenso y concentrado, mucho peor que en Ullan Bataar. Con nuestra moto, mucha agua y muchas dosis de cuidado nos dirigimos a Cu Chi, donde pudimos observar en primera persona por qué ganaron la guerra los vietnamitas, increíbles redes de túneles minúsculos en tres pisos de profundidad, trampas ingeniosas con mil detalles para no poder escapar de ellas, todo muy bien cuidado y respetado, para poder enseñarlo no sólo a los turistas, sino a ellos mismos y sus futuras generaciones, que el recuerdo no permita que se repitan más estas locuras, aunque el ser humano parece que olvida rápido.
Al volver de la visita nos fuimos a la plaza donde había una feria de comida vietnamita, rollitos, bahn mis, noodles, calamares, inclreíbles comidas, a cuál más buena y gustosa, siempre con chili. Íbamos comiendo de cada estante, volviéndonos locos, al terminar nos sentamos en un banquito para hacer la digestión, y como aquí siempre hay un ambiente impresionante, Jordi acabó jugando a la Indiaca con tres vietnamitas y un inglés (la indiaca es una especie de pelota pequeña de plástico con unas plumas, parecido a una pelota de bádminton, aquí se la pasan siempre con los pies, ellos consiguieron dos pases seguidos).
Esta mañana hemos tenido la suerte de ser aceptados en el aula de música popular y tecnológica del conservatorio de Saigón, lo que viene a ser el aula de saxofón, allí he podido disfrutar al máximo, como ya pasó en Mongolia, de ver distintas maneras y realidades que envuelven el mundo de este instrumento tan querido por mí. El poder acceder a las aulas, ver las clases que se imparten en distintos países me enriquece muchísimo y me hace replantear muchos aspectos profesionales de mi vida. El profesor y yo hemos podido charlar con calma de las distintas realidades y sus necesidades, robarnos uno al otro puntos de vista que mis alumnos y yo aprovecharemos sin duda en mi regreso.
Aquí estamos en Saigón, mañana ya dejamos este maravilloso país. Y como no somos nosotros quienes preparamos la ruta, sino que es el viaje quien nos dirige, nos vamos a Tailandia, ya que debíamos ir a la India a esperar nuestra ansiada furgoneta, pero, después de mil gestiones, finalmente no la aceptan en este país, por lo que ahora va camino de Los Ángeles, California.
Mientras llega a su destino, nosotros visitaremos Tailandia, Corea,....del sur y Japón.

momentos de descanso

la pipa vietnamita

tráfico en Hanoi

fin de semana en Hanoi

todos podemos jugar con ellos

marionetas de agua

Happy Hour

Bahía de Halong

Bahía de Halong

paseo en Kayak por la bahía

bahía vista des de la isla más alta

restaurante en Halong

Hue


Río Perfume en las afueras de Hue


Partidita de petanca

licores de serpiente, lagarto y aborto de becerro

tumba de Tu duc Hue

playa en Hue

cenando Nem Lui

los amigos del restaurante

conociendo otros profesionales

My Son

mercado de Hoi An

Mercado de Saigon

Abertura de un túnel de Cu Chi

Aprendiendo siempre

jueves, 10 de noviembre de 2016

El sur de China

05-11-2016
Seguimos en China, así que sigo con el pequeño diario que en Vietnam colgaré en el blog a modo de post.
Nos fuimos de Pekín con el avión, la mochila de Jordí dio la alarma 5 veces en el control de equipaje, porque llevaba mecheros de gas, un pequeño camping gas y un pedernal. De la manera que son los chinos de Pekín ya pensaba que nos tocaría quedarnos allí, pero al final lo quitó todo de la mochila y nos dejaron pasar.
Llegamos a Zhangjiajie, empezaba a hacer calor, el paisaje era increíble, la gente muy simpática, todos los hombres se reían al ver a Jordi, porque iba con la barba y sin pelo, le decían que no entendían aquello, sin cabello pero con barba,...yo pensaba pues espérate si le ves el pecho. Pero bueno, al final se afeitó.
Fuimos a ver las montañas de Tianmen (donde se rodó la película de Avatar) son impresionantes, y eso que las vimos con muchas nubes, creo que subimos al teleférico más largo del mundo, travesaba las nubes y llegaba al pico de las montañas. Estuvimos toda la mañana y la verdad que fue muy reconfortante volver a encontrar naturaleza. Por la tarde estuvimos paseando por las callejuelas de Zhangjiajie, pequeñas, llenas de gente, de música y de comida, todo el mundo muy alegre y sacándonos conversación, yo ya empezaba a cambiar un poco mi humor, y lo mejor fue empezar a ver niños jugando y paseando solos por la calle, yo tengo la manía de sentirme a gusto cuando veo a los niños paseando y jugando por las calles sin ningún adulto que esté a su lado, me da sensación de seguridad y tranquilidad.
Llegó el día de coger el tren, teníamos que ir de Zhangjiajie a Guilin, otro pueblo más al sur, para llegar a Guilin teníamos que cambiar de tren en Ghansha, y esperar de las 12 de la noche a las 6 de la madrugada entre un tren y el otro, en la estación de tren de Ghansha nos sentamos, nos acomodamos (por lo menos yo) y esperamos las 6 horitas. El trayecto de Zhangjiajie a Ghansha era el que nos daba más palo, porque cogimos los billetes más baratos que eran sentados, pero al final resultó ser el mejor sitio, conocimos a la familia Chen, el tío, los dos sobrinos y la mujer de uno de los sobrinos, acabamos enseñándoles a jugar a la brisca, y ellos nos dieron unos palos de comer picantes que aún ahora no sabemos qué eran, nos reímos mucho.
Los chinos tienen un punto débil, que ahora os revelo, las cartas, cada chino va a su rollo con sus cosas, hasta el momento en que te metes la mano en la riñonera y sacas las cartas, ellos aún no las han visto pero tienen un sexto sentido que les da la alarma, mientras las sacas ya tienes dos mirándote, cuando ya las tienes fuera y empiezas a mezclar-las tienes 5 y cuando empieza la partida tienes una melé que te rodea intentando entender esas cartas que nunca han visto. Y si les miras te las quitan y empiezan a hablar entre ellos.
Ahora estamos en Guilin, estamos a 25 grados, tenemos montañas por todos los lados, ríos y gente muy simpática, se respira muchísima tranquilidad y empezamos a relajarnos y a recordar aquella sensación tan bonita que teníamos justo antes de llegar a Pekín, al fin y al cabo eso es lo que buscábamos con este viaje, sentirnos bien y disfrutar de la cultura y gente de cada lugar.


06-11-2016
Seguimos en Guilin, hoy hemos ido a una excursión al río Li, hemos bajado des de Yangdi Fier hasta XingPing. Bueno dos pueblos del sur de China por donde pasa el río Li. Hemos bajado en unas barcas donde sólo caben 4 pasajeros y el conductor de la barca. Ha sido espectacular, el paisaje está lleno de montañas que te van engullendo, el tiempo es cálido con una ligera brisa fresca que sienta muy bien. Jordi y yo no parábamos de mirar si veíamos vías para escalar, porque son unas montañas impresionantes, no por la altura sino por el número de montañas y la situación que tienen, unas al lado de las otras, parecen hermanas vigilando la bajada del río. Los habitantes de los pueblos que están al lado del río están paseando con sus barcas limpiándolo de plásticos y basura que tiramos los turistas. Se nota el respeto que tienen por esta tierra. Y ese respeto lo convierte en un sitio mágico, uno de esos lugares del mundo que la naturaleza se impone al ser humano y le hace entender quién manda. Lástima que muchos turistas aún no aprecian estos detalles.
Cuando hemos llegado y hemos subido al autocar ya nos venía otra “chinada”, nos han dicho que si queríamos volver a Guilin, con ellos, debíamos pagar 120 yenes más, porque hacían otra excursión por la tarde y luego volvían, si no queríamos volver con ellos teníamos que andar o coger un taxi durante 4 km. Llegar a una estación de autobuses y volver con un bus por 27 yenes. Nos han intentado convencer para coger la excursión, nosotros estamos al final del viaje por China, tenemos el presupuesto bastante apretado, ya que tenemos una cantidad estimada a gastar en cada país, y en China, entre modificaciones de vuelos, hoteles, trenes, etc. nos estamos pasando así que hemos sido los únicos que hemos decidido ir a buscar el bus de 27 yenes.
Resulta que no eran 4 km a pie sino que eran 2. Cuando hemos llegado a la estación de buses, antes de entrar estaba saliendo un autobús que no era el oficial, un señor ha sacado la cabeza por la ventanilla y nos ha gritado: GUILIN? Y hemos dicho que sí, se han parado, hemos subido y nos han cobrado 25 yenes. Total que nos hemos ahorrado un dinerillo, y ha sido muy divertido, el autobús (creemos que es un autobús pirata) iba parando y recogiendo a gente, cuando ya no quedaba sitio ha seguido parando y recogiendo a más gente y nosotros hemos pensado que los harían sentar encima nuestro, pero no....ahí va otra “chinada” han sacado unos taburetes pequeños de plástico rosa fluorescente y los han puesto en el pasillo y la gente se ha ido sentando en el pasillo, mientras tenían la tele puesta con un programa de jóvenes talentos que saben hacer de todo, ha sido realmente un viaje muy divertido.

08-11-16
Ya estamos en Guangzhou (Cantón) en dos días tenemos el avión hacia Hanoi. Ayer a las 22:30h llegamos con un tren bala, la velocidad más alta fueron 247 Km/h creo que más o menos como la del AVE en España, llegamos a la estación de tren del sur y teníamos que ir hacia el norte de la ciudad, por suerte el metro está muy bien situado y sólo tardamos una hora en llegar al hotel, realmente no es mucho por la distancia que teníamos que recorrer. Una buena noticia es que el hotel nos cobró 114 yenes menos de lo previsto, así que tenemos algo más de dinerito para comer estos dos días.
Hoy hemos ido a dar una vuelta por la ciudad, mi sistema digestivo empieza a limitar mis movimientos a la hora de alejarme del hotel o tener controlado un baño, bueno sabíamos que podía pasar, son las cosas del viaje.
Cantón es impresionante, pero mucho, muchísima más gente en las calles que en Pekín, todo el mundo con bolsas enormes de basura que llevan ropa, por la ventana del hotel se ve un edificio donde creemos que hacen camisas, porque hay un señor que lleva todo el día metiendo camisas en bolsas y dejándolas en el balcón. Increíble, después toda esta ropa seguramente llega a Europa, a todas las tiendas donde vamos de compras. Empiezo a tener una crisis de ideales, no sé qué es mejor. Siempre he tenido las cosas muy claras y creía que este viaje haría que las tuviera aún más claras, pues ahora estoy muy perdida con mis ideales y mi conciencia. Supongo que ahora veo el mundo y antes me lo imaginaba.

09-11-16
Mañana a las 16h sale el avión hacia Vietnam, quedan 24h para salir de China, hemos pasado una noche bastante asquerosa, a las 23h me estaba durmiendo y Jordi me dijo que en la mesita de noche había una cucaracha, además era enorme, muy grande, me levanté de un salto casi olímpico, Jordi movió las cosas de la mesita y la cucaracha salió corriendo, qué grito pegué, no es que me den miedo, es que dan mucho asco, y tan grandes aún más. Después de esto podéis imaginar que nos costó mucho dormirnos, a las 3 de la madrugada nos despertó un sonido de bolsa, era la cucaracha que estaba en la bolsa de basura, cuando hicimos ruido salió de la bolsa y Jordi sacó el cubo fuera de la habitación, en menos de un minuto la vimos corriendo hacia fuera a buscar la bolsa de basura, pusimos toallas debajo de la puerta para que no pudiera volver a entrar. Por fin conseguimos dormirnos un poco, esta mañana Jordi ha ido al baño y había OTRA cucaracha, por favor qué asco, ha conseguido tirarla por el desagüe de la ducha y lo ha tapado con otro cubo de basura. Hemos ido a pasear y hemos encontrado en una esquina por lo menos 10 ratas juntas comiendo de una bolsa de basura.
Y aún falta pasar esta noche, os prometo que jamás he tenido tanto asco en mi cuerpo, tengo unas ganas de llegar a Hanoi que no os lo podéis imaginar, y cómo echamos de menos nuestra furgonetilla, limpita y con nuestras cosas en su sitio.
 
montañas de Tianmen

carretera de las montañas de Tianmen

montañas de Tianmen

montañas de Tianmen

montañas de Tianmen

Montañas de Tianmen

Montañas de Tianmen

Montañas de Tianmen

Montañas de Tianmen

Zhangjiajie

comida en la calle Zhangjiajie

Tren hacia Ghansha

Familia Chen

Familia Chen

Esperando en la estación de Ghansha

bajada del río Li

bajada del río Li

bajada del río Li

bajada del río Li

bajada del río Li

esta es la comida típica real de China


De Ullan Bataar a Pekín en el transmongoliano


Es la 1:30 de la madrugada del día 1 de noviembre de 2016.

Estamos en el aeropuerto de Pekín pasando la noche, esperando a que salga nuestro vuelo el día 1 de noviembre a las 15:30.

Estoy escribiendo el post en una hoja word para poder colgarlo cuando tenga acceso al blog, ya que en China está restringido google, facebook, instagram y twitter. Pero necesito escribir lo que estamos viviendo estos días, porque cuando tendremos acceso al blog ya no recordaremos todo lo que nos está pasando.

Empezaremos hablando un poco del viaje en transmongoliano de Ullan Bataar a Pekín, un viaje increíble, atravesamos el desierto de Gobi, las azafatas eran muy agradables, estuvimos solos en el compartimento así que quedaron dos camas libres donde pudimos dejar las mochilas y estar muy anchos y cómodos, era mágico estar sentado dejando que te tocara el sol del desierto viendo pasar las dunas infinitas. A las 19h de la tarde llegamos al último pueblo de Mongolia, donde nos hicieron la revisión de pasaportes y nos estamparon el sello de salida. A las 21h llegamos a la entrada de China donde nos revisaron los pasaportes y nos sellaron la entrada, mientras cambiaban las ruedas de los vagones, levantando cada vagón (con nosotros dentro) uno por uno, quitando las ruedas de Mongolia y poniendo las Chinas. Yo me dormí durante el cambio, quería quedarme despierta todo el proceso, pero no me di cuenta y ya estaba durmiendo. Me desperté a la mañana siguiente viendo unos paisajes muy distintos, montañas y lagos del norte de China.



Estábamos encantados con nuestro viaje en transmongoliano, hasta que llegamos a Pekín, una ciudad con un ritmo frenético, sólo bajarnos del tren ya nos estaban gritando. Teníamos que encontrar el hotel que habíamos reservado un mes antes, así que cambiamos dinero, ya que en China hay muy pocos lugares donde puedas pagar con tarjeta, sacamos un billete de metro (que nos costó sobre 1 hora entender) y nos fuimos hacia el hotel. Aquí llegó la primera prueba de nuestra horrorosa Gincama de Pekín, tardamos 5 horas, 3 metros, 1 taxi, mil veces preguntando con el traductor del móvil, aguantando que todo el mundo se riera de nosotros porque no encontrábamos un sitio que ni los vecinos sabían que existía, hasta encontrar el hostal. Al llegar un chico abrió una de las puertas de todas las habitaciones y nos acompañó hasta lo que se supone que es la casa del recepcionista, el responsable del hostal nos dijo que no tenía habitaciones libres, nosotros intentamos explicar que teníamos una reserva de hacía un mes, al final nos dijo que le quedaba una que no tenía ni preparada ni nada, nos la enseñó, pero al final decidimos irnos, porque no nos gustó lo que estaba pasando. Volviendo hacia el centro de Pekín empezamos a buscar hostales, con la gran suerte que se nos acabó la batería del móvil que tiene la aplicación del mapa vía satélite, así que ya íbamos perdidos por Pekín con unas mochilas de unos 30 Kilos sin saber hacia dónde ir, en cada hostal que veíamos entrábamos a preguntar, pero en China muchos hostales no aceptan extranjeros y sólo cruzar la puerta nos echaban. Bueno tampoco era grave....se puso a llover, así que no podíamos desesperarnos. Intentábamos buscar la estación de tren a la que habíamos llegado durante la mañana, porque habíamos visto muchos hostales allí, pero no sabíamos si íbamos bien, con la gran suerte que preguntamos a una señora que hablaba inglés, yo creo que nos vio la cara de por favor que alguien me ayude, le explicamos qué nos había pasado y nos acompañó a un hostal que no aceptan extranjeros y pidió que nos dejaran quedar a dormir por esa noche, ya que era tarde, llovía y no teníamos dónde quedarnos, gracias a esta señora pudimos dormir en un hostal esa noche, mientras buscábamos por internet otro donde pudiéramos quedarnos. Al día siguiente fuimos al que reservamos la noche anterior y nos dijeron que sí nos podíamos quedar, así que por fin pudimos deshacer las mochilas y relajarnos un poco.

Al salir a pasear por Pekín nos chocó mucho ver el ritmo de la gente, la cantidad de gente que puede haber en un sitio, además todos empujando, intentando colarse (en cualquier tipo de cola, el metro, para pagar, para entrar a museos, etc) nos sentimos un poco incómodos, pensad que veníamos de Mongolia, donde todo el mundo fue encantador con nosotros, agradables y muy abiertos, aquí era todo lo contrario.

Además Jordi se trajo un regalito del hotel de Ullan Bataar, los brazos llenos de mordeduras de chinches, estaba rascándose todo el día, compramos alcohol y cada noche se lo limpiaba muy bien, le costó una semana empezar a sentirse mejor.

Yo tuve el privilegio de vivir una experiencia china de lo más tradicional (creo) ir a un baño público chino, en estos lugares no hay tazas, son sólo los agujeros en el suelo (hasta aquí no hay problema) estos agujeros están separados por unas paredes que llegan hasta tu pecho, bueno no pasa nada, y lo que me dio un poco más de reparo,...no hay puertas, es decir, nos vemos todos, bueno todas. Cuando entré en el baño primero dije,...ups no sé si yo... bueno... al final ellas estaban tan tranquilas mirando el teléfono mientras hacían sus “intimidades” así que me dije,...bueno si a ellas no les importa pues a mí tampoco, y al final no fue para tanto, ya que nadie le da importancia.

Al salir me reía al recordar que en Noruega un día estaba en un baño público y se me olvidó pasar el pestillo y una señora abrió y me vio, las dos nos pusimos rojas y ahora ya meo tan tranquila rodeada de chinas mirando su móvil, cómo son las cosas, cómo va cambiando la perspectiva.



Fuimos a ver la muralla China, es impresionante tanto los paisajes que puedes ver, como lo inmensa que es, como los turistas que hay y como lo desagradables que son contigo mientras estás apreciando esa gran belleza, empujando, gritando, escupiendo casi en tus pies. Al día siguiente empezamos nuestra segunda prueba de la Gincama de Pekín, fuimos a la embajada India a tramitar el visado, nos dijeron que tardarían 7 días laborables en tener el visado, pero nosotros teníamos el billete de avión para el lunes 31 de octubre, necesitábamos que se hiciera en 4 días laborables, nos hicieron enviar un mail pidiendo que nos lo hicieran antes explicando las razones, así que lo hicimos y nos contestaron que tendríamos el pasaporte el 31 a las 11:30 para poder coger el avión a las 15:30. Seguimos visitando Pekín, y haciendo más gestiones, teníamos que comprar un billete de tren, así que fuimos a la estación de tren y allí nos trataron fatal, tanto las encargadas de la venta de billetes como la gente de las colas que nos empujaban, nos miraban con mala cara diciendo cualquier cosa en chino. Hicimos tres colas de media hora cada una hasta que nos echaron, desesperados salimos de la estación de tren sin saber cómo comprar el billete, en el paisaje de fondo todo eran edificios altos con mil ventanas de oficinas, hasta que vimos uno en que había unas letras grandes arriba donde ponía CHINA TOURISM, así que como si fuese una señal nos fuimos para allá, cuando llegamos las chicas no hablaban inglés pero tenían mucha voluntad por ayudarnos. Ellas con su traductor y nosotros con el nuestro nos fuimos a una ventanita que había en la calle que resulta que también vendían billetes y allí conseguimos un billete de tren de Zhangjiajie a Guilin. Después de discutir entre nosotros por culpa de lo mal tratados que estábamos seguimos visitando Pekín. Decidimos ir al mercado nocturno donde puedes comer cualquier cosa, yo iba preparada a probar algún insecto o algo raro, pero no pude, ni yo ni Jordi pudimos, a mí no es que me hiciera mucho asco ver los insectos preparados para comer, olía realmente mal, sin olvidar los escupitajos al lado de tus pies. Nos comimos como una empanada que nos sentó muy bien, igualmente los precios eran bastante caros, en otros sitios de Pekín puedes encontrar comida muchísimo más barata, pero bueno, fue interesante vivir aquella experiencia.



Finalmente llegó el lunes, o sea hoy, y nos levantamos bastante contentos, porque, aunque Pekín es una ciudad llena de vida, con paisajes y colores increíbles, a mí personalmente no me gustaría volver.

Bien, esta mañana nos hemos levantado, nos hemos vestido y preparado y nos hemos ido a la embajada a buscar el pasaporte. A las 10:30 ya estábamos allí (nos habían dicho que tendríamos el pasaporte a las 11:30) nos han dicho que los pasaportes estaban llegando, sólo teníamos que esperar 20 minutos más de las cuenta, bueno teníamos tiempo hasta la 13h para coger el tren que nos llevaría al aeropuerto. A las 12 ha llegado la chica que llevaba los pasaportes, llevaba por lo menos 1.000, pero no los nuestros, han llamado para preguntar qué pasaba con nuestros pasaportes, les han dicho que llegarían por la tarde... por la tarde... nuestro avión salía a las 15:30...así que como podéis imaginar,...hemos perdido el avión, menos mal que en la embajada nos han dejado un ordenador con internet y hemos podido modificar la fecha del vuelo para mañana, aunque con un suplemento de 135 euros más. Sin hotel, con las mochilas hechas, hemos decidido ir a pasar la noche al aeropuerto.

Aquí estoy, casi las 2 de la madrugada, lleno de gente, es como una ciudad pequeña llena de movimiento, y es increíble, aquí dentro también escupen, cada vez que estoy a punto de dormirme oigo como se preparan para escupir.

Bueno es otra cultura, otra manera de hacer las cosas, aunque lo siento mucho, no me he sentido nada bien aquí en Pekín, mucha gente me dice que en el sur es mucho mejor, vamos a ver qué tal son nuestros días en el sur de China.

Es un poco difícil afrontar los problemas cuando te tratan de una manera tan desagradable, a mí me afecta de una manera y a Jordi de otra, y al principio cada uno dejaba salir su carácter lo que hacía que nos enfrentáramos entre nosotros, pero poco a poco creo que hemos aprendido, sobretodo yo, a que hay cosas que no puedes controlar, hay veces que te encuentras en manos del destino y puede que salga bien o puede que no, al final lo importante es saber que estamos los dos bien, y que nos respetamos y nos cuidamos entre nosotros. Siempre hay una solución por ahí escondida, sólo tienes que sentarte, parar un momento y buscarla.

Estoy aprendiendo muchísimo gracias a China, esta manera de tratar a la gente que tienen algunos está haciendo que aprenda a controlarme a no alterarme, a no buscar la solución más rápida, sino la mejor. El dinero es importante para el viaje, pero el viaje lo es más, estoy viendo que no se nada del mundo, de la vida, de las cosas que te puedes encontrar. Aquí estamos en un aeropuerto,... en la otra punta del mundo, lejos de nuestras familias, esperando a que pasen 12 horas, y no me importa, a mi lado está Jordi durmiendo en un banco, abrazado a un cojín de viaje, quizás en otro momento de mi vida hubiera estado buscando una solución, un hotel, algo donde estar mejor, pero es que ahora, estoy bien donde estoy, no me hace falta estar mejor, y así voy aprendiendo y madurando.



vista del transmongoliano

última parada de Mongolia

cambio de ruedas en China

calles de Pekín

La gran Muralla

La gran muralla y sus miles de turistas

mercado nocturno

mercado nocturno

souvenir de Ullan Bataar, hay quien se lleva un ímán y hay quien se lleva chinches

Una de las pocas chinas de Pekín que nos ayudó

Pasando la noche en el aeropuerto,...pero con el visado de Índia ;)