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jueves, 22 de septiembre de 2016

Desdel corazón de Rusia

Buenos días des de Krasnojarsk, en el corazón de Rusia.
Des de que dejamos Moscú llevamos bastantes días en la carretera, viajando un día y medio y dejando descansar a la furgo (y a nosotros) otro día y medio.
Cuando salimos de Moscú llegamos a Niznij Novgorod, una ciudad muy rusa, con contrastes muy marcados, calles en obras, monumentos descuidados al lado de zonas increíbles. Nos gustó mucho, sobretodo el ambiente que se respira en las calles, al irnos yo pensé: qué lástima con lo que me gusta esta ciudad, pero después de 700Km llegamos a otra ciudad, Kazan, aún más increíble, aún más bonita y con un ambiente callejero muy rico y lleno de vida, mucha gente, pianos en la calle con gente joven tocando, tiendas abiertas, música por todas partes, no hacía frío, pero aún no nos quitamos la chaqueta (y creo que ya no lo haremos en mucho tiempo). Al igual que en Niznij Novgorod, Kazán también tiene un Kremlin, una zona cerrada donde están el ayuntamiento, etc. y algunas iglesias, mezquitas, iglesias ortodoxas, los kremlins, en general són muy bonitos, con mucha tranquilidad que contrasta una vez pasas sus muros y vuelves a estar en las calles, el de kazán es increíblemente curioso, normalmente el muro que rodea el kremlin es rojo, en Kazán es blanco, casi todos los edificios que están dentro de esta zona són blancos, y esto da mucho brillo a toda la ciudad, ya que este kremlin está situado un poco más elevado que la ciudad y a mí me recordaba a la fortaleza del malvado gargamel, con unas luces muy majestuosas por la noche.
Pese a que nos hubiéramos quedado un par de días más tuvimos que seguir nuestro viaje, yo en Kazán ya estaba un poco nerviosa, des de pequeña que miro en los mapas y cito en las letras de las canciones que están en inglés, que no me sé, los montes urales, gigantes partiendo un país enorme, dividiendo Europa de Asia, y los íbamos a pasar, por el sur, pero allí estaban ellos, y nuestra furgoneta cargada de gasoil para superarlos, así que empezamos el viaje, nuestro siguiente destino era Ufa, una ciudad que se encuentra en los pies de los montes urales, cuando llegamos, para variar, estuvimos una hora parados en la entrada, por algún tipo de problema de obras, accidente, o lo que sea que pase en Rusia para que todas las carreteras tengan que tener, mínimo, una hora de retenciones. Jordi se cansó de esperar, y ahora yo ya le llamo Dimitri, porque conduce como un ruso, pilló el primer desvío y nos fuimos,....no sabíamos dónde, así que dormimos en una gasolinera y al día siguiente seguimos hacia Chelyabinsk.
Esa noche yo me duché con una gran facilidad dentro de la furgoneta, llevar el pelo sin lavar durante 5 días está desarrollando una gran facilidad por meterme en un barreño y mojar lo menos posible. Nos dormimos con bastante frío y al día siguiente ya estábamos preparados para un momento importante de nuestras vidas, pasar los montes urales. Empezamos la subida de la carretera, sin curvas, ninguna curva, pero sí una subida que duró varias horas, el paisaje iba cambiando, pueblos más recogidos, no tan anchos, aprovechando los valles, tiendecillas de neumáticos, retenciones de una hora, y al final lluvia y viento, mucha lluvia y viento, creo que esta es la señal de que has llegado justo arriba del todo de los montes, entonces empezó la bajada, y tal cual íbamos bajando dejamos atrás la lluvia y el viento, empezamos a ver el día despejado, y era muy curioso mirar hacia adelante viendo el color del día y seguidamente mirar hacia atrás y ver la oscuridad de los montes urales, que allí se quedaban, para todos los rusos que los quieran disfrutar y todos los aventureros que no puedan soportar estar leyendo sobre ellos sin haber pasado por sus carreteras.
Llegamos a Chelyabinsk, esta ciudad no nos atrapó tanto como las dos anteriores, aunque es muy muy rusa, edificios altos, todos iguales y grises, allí dejamos descansar a la furgoneta un día y seguimos nuestro viaje,...ahora empezaba otro mito,....la explanada siberiana,... teníamos que ir con mucho cuidado ya que en cualquier descuido nos podíamos meter en Kazakhstan y no llevamos visado para entrar, así que seguimos el camino con el gps, el mapa y bien alerta, tiramos hacia Omsk por la carretera rusa, son 100 Km más que si pasáramos por Kazakhstan pero no íbamos a arriesgarnos, entonces empezó la planicie infinita, inhumana, inmensa,...debo decir que mi padre es de castilla la mancha, me encanta el paisaje de la mancha, es muy poético, todos sus amarillos, marrones, verdes sin ver un final....imaginad eso multiplicado por mil millones. Kilómetros y horas sin nada, todo amarillo, sin ver árboles, montañas, pueblos,...nada y una carretera muy muy complicada, con muchos agujeros (Jordi está adelgazando muchísimo, pero no por la dieta, sinó por soplar cada vez que pilla un agujero con la furgoneta, se está deshinchando literalmente), aquí dejo por escrito mi más gran sincera admiración hacia los camioneros rusos, quienes tienen que tener una personalidad muy fuerte para aguantar tantos kilómetros y carreteras en un estado tan complicado.

Yo empecé a tener una sensación muy desagradable, sólo había camiones y nosotros, camiones que se adelantan unos a otros en esa carretera insoportable llena de polvo.
Justo antes de llegar a esta carretera encontramos una especie de control de policía,...o eso creíamos nosotros, nos hicieron parar, a mí me pareció ver un policía, pero resultó ser un señor que llevaba un chaleco azul. Tal cual paramos Jordi me hizo subir la ventana y asegurarme que todo estaba bien cerrado. El señor se acercó a mi ventana, nos empezó a pedir algo,....indescifrable para nosotros y creo que también para él, porque no se aclaraba mucho hablando, empezó a hablar en italiano, pasó al inglés y terminó en alguna lengua muerta o yo qué sé. Al final entendimos que era de Jordania y que necesitaba efectivo, mientras Jordi miraba por el retrovisor si venía alguien más, el señor jordano nos dijo que era de fiar,...por Alá que era de fiar, pero que nosotros por religiones nos puedes poner un Kilo de cada una de ellas para hacernos bocadillos, le dijimos que no teníamos nada.....así que el señor metió la mano por la ventanilla, Jordi me dijo que la subiera, yo la subí un poco más, intentó abrir la puerta y Jordi soltó un NO que me impuso hasta a mí,...el señor nos quiso dar un anillo gordo gordo que llevaba y al final nos fuimos.
Yo no sé si de verdad tenía problemas o no, pero se me quedó muy mal cuerpo durante todo el día, sólo había una carretera, hiciéramos lo que hiciéramos en esa carretera siempre íbamos los mismos, ahora adelantamos nosotros ahora adelanta el camión y así durante horas,....y si nos pasaba algo a nosotros??? Íbamos encontrando muchos camiones cambiando las ruedas, en ese momento entendimos por qué había tantas tiendas al lado de la carretera de recambio de neumáticos, pero nosotras (la furgo y yo) que vamos con un conductor de primera salimos sin problemas de la carretera infinita, esa noche dormimos en un parquing Café, entre dos camiones, yo tengo dos amigos camioneros que me inspiran mucha confianza, así que entre camiones me siento bastante segura.
Seguimos al día siguiente, empezábamos a volver a ver árboles, alguno suelto, y poco a poco empezaron a aparecer las paredes de árboles al lado de la carretera, bosques, que me enamoraron, colores verdes y amarillos, parece que se nieguen a aceptar que llega el otoño y quieran conservar el verde, y algunos poco a poco se dejan llevar por la naturaleza, en medio de este espectáculo amarillo y verde un arbolito rojo, rojo intenso, precioso, un paisaje increíble que me encantó, sin saber que lo bueno aún estaba por llegar.
Llegamos a Omsk, nuestra furgoneta ya se había adaptado al medio, no cabía más polvo en ella, ya casi no se veía la matrícula, como un buen coche ruso, el primer día no nos pareció una ciudad muy llamativa, pero al día siguiente encontramos la zona más concurrida, donde la gente pasea y dejan pasar los momentos libres que tienen, y allí que nos dejamos llevar y disfrutar de ese maravilloso ambiente, preparados para seguir al día siguiente hacia Novorsibinsk una ciudad muy llena de vida, llena de jóvenes universitarios, con música en las calles y un clima estupendo, 22 grados por la noche, que alegría y que ganas de pasear dan esos 22 grados.
Al seguir el camino hacia Krasnoyarsk empezó el espectáculo, los árboles ya se han dejado llevar totalmente por el otoño, qué rojos más espectaculares, amarillos, naranjas, quizás hice 15 fotos, y no exagero, y ninguna foto refleja esos colores, qué suerte el poder haberlos visto. Había momentos que la carretera se fundía entre dos columnas de árboles con mil tonos de rojo, árboles hasta lo que pueda alcanzar la vista, rojos, mil rojos, y ojalá supiera pintar para poder plasmar estos colores,...o quizás es mejor que se quede en mi memoria y no lo olvide nunca, cómo puede haber tantos rojos y que nos los regale la naturaleza sin casi esfuerzo, simplemente pasa y nosotros podemos disfrutarlo,... a veces me quedaba con la boca abierta sonriendo, sólo mirando, no exagero, ninguna foto, ni pintura, ni instagram podrá reflejar nunca lo que hemos visto, estoy segura, y me encanta que esto sea así.

Nos está sorprendiendo mucho y muy gratamente Rusia, porque nosotros teníamos una idea, supongo impuesta por películas, etc de una Rusia triste, seria y apagada, pero las ciudades son enormes, calles anchas, gente en las calles y mucha vida. En la carretera los coches pesados se meten en el arcén para que pasen los otros coches, los cuales les dan las gracias con las luces de emergencia, y eso pasa siempre, somos testigos que en 7.000 kilómetros ha pasado siempre y nos encanta formar parte de este rito. Estuvimos leyendo, antes de empezar el viaje, que no había muchas gasolineras, pues no es cierto, hay una gasolinera, cada 50 kilómetros como máximo, eso en la planicie siberiana, en el resto, cada 15 kilómetros tienes una gasolinera.

Lo malo de Rusia es que no podemos disfrutar tanto como quisiéramos de este ambiente, el día 30 de septiembre tenemos que estar en la frontera, para entrar en Mongolia y vamos muy muy justos, aún nos falta el Lago Baikal (la reserva de agua dulce más grande del mundo), y claro, queremos disfrutarlo también.

Hay gente que nos dice que cómo lo llevamos, tan poco espacio para los dos, tantos días solos,... la verdad, muy bien, yo no tengo sensación de poco espacio, cada vez nos sobra más sitio, pensad que tenemos todo el mundo para nosotros, no es lo mismo que vivir en una casa, es un pequeño espacio, que cada día está en un sitio distinto.
Echamos de menos personas, mis saxofones hasta lo más profundo de mi alma, momentos de los cuales no podemos formar parte, sabemos que la vida sigue sin nosotros, que no nos espera, pero en la vida hay momentos y tiempo para todo, y este momento, para nosotros, es muy importante.

Los dos somos personas bastante inquietas que hemos hecho muchas cosas en nuestras vidas, entre los dos tenemos tema de conversación para más de dos años, no hay día que a mí no me sorprenda una cosa de todas las que me cuenta Jordi, de hecho estoy pensando que cuando volvamos vamos a vivir en la furgoneta, sin televisores, críticas, distracciones, sólo nosotros, nuestras vidas, nuestros pensamientos, que compartimos cada día con más libertad.
Estamos cambiando los dos, de hecho hay veces que me sorprendo en el retrovisor lleno de polvo y no reconozco el reflejo, sigo siendo la misma?... es una sensación muy agradable, como si el viaje nos moldeara con sus manos de artesano creando una única figura con nuestras dos personalidades.




kremlin Novgorod



calles de Kazán

Kazán, con su mezquita,...castillo de gargamel

paso por los montes urales


siempre hay algo que recordar

planicie siberiana

colores increíbles, aunque no lo podáis apreciar muy bien

nos inventamos unos postres exquisitos

cada día vemos unos cuantos así...this is russia









viernes, 9 de septiembre de 2016

Del viejo continente a la libertad

Dejando atrás las maravillas vistas y experiencias vividas hasta ahora, tras hacer un simple trámite, dejamos atrás el viejo continente.
Delante de nosotros aparece el gigante, el colosal, Rusia a nuestros pies. Tenemos que llamar a sus puertas para que nos deje entrar, y lentamente, con nuestra furgo llegamos. Su frontera, en la cual aparecen unos militares con sus gorras alzadas típicas del ejército ruso, nos entregan una declaración para entrar al país, en ruso, jajaja en ruso. Nos las quedamos mirando un rato, y al ver que no entendíamos nada procedieron a traernos unas en inglés, nos costó bastante rellenarlas correctamente, ya que tuvimos que rellenar siete formularios hasta que acertamos a hacerlo correctamente.
Una vez estaba todo correcto, el policía vio que en la documentación del coche ponía furgón, y esto parecía que iba a ser un problema nuevo, ya que se pusieron a hablar entre ellos sobre el tema mientras nosotros los mirábamos con cara de pasmarotes.
Llamaron a un superior, y éste les dijo algo en ruso, que no entendimos, por supuesto. Se marchó y a los cinco minutos volvió con un bote de typpex, sí sí, de typpex, entonces borraron lo de furgón, en la copia que ellos se quedaban y pensé, sí sí,... THIS IS RUSSIA.
Al estar tanto rato en la barrera (tipo peaje) de la frontera parados, me dijo el superior que quitara la furgo de allí, porque ya había una caravana de coches importante, y aparqué en el parquin que había al lado. A continuación vino el militar, nos registró un poco la furgo por dentro, y nos dio el visto bueno, creo que pensó,... anda tirad ya que me tenéis hasta los,... pero en vez de eso, con la amabilidad rusa, sin sonreír por supuesto, nos dijo un Good Luck.
Y allá que nos fuimos a conocer al gigante, la sensación que me inundó al entrar al país fue sentir que empezábamos el viaje, sí llevábamos un mes y medio, pero a partir de entonces me di cuenta de la gran hazaña que teníamos por delante, inundado en felicidad y derrochando libertad.
Así nos fuimos, xino xano, hasta San Petersburgo viendo por el camino muchísimas señoras que en el arcén de la autopista vendían setas que recogían allí mismo, en los grandiosos bosques que abrazan la carretera.
Empezamos a apreciar el gran cambio de los pueblos pequeños rusos, sin duda nada parecidos a los pueblos de cuento que nos habíamos acostumbrado a ver por el norte de Europa.
Aquí puedes apreciar cómo la pobreza y la riqueza, la humildad y la prepotencia van juntas de la mano.
Llegamos a San Petersburgo, flipando con su periferia llena de grandiosos edificios al más puro estilo comunista, hasta llegar al centro, aparcar y alucinar. Una ciudad, sin duda, europeizada a tope. Si no fuera por sus iglesias ortodoxas podrías estar perfectamente en Europa.
A la ciudad la parte por la mitad el río Neva y esto hace que luzcan unos puentes larguísimos luchando entre sí a ver cuál está más adornado, iluminado y bonito. Éstos comunican la ciudad con un gran número de canales que, sin duda, alzan la belleza de la ciudad.
Os recomendaría que si dormís al lado del río un sábado por la noche, uséis tapones para los oídos, ya que pasan barcos discoteca con la música a fondo y cuesta un poco dormir.
Carretera y manta hacia Moscú, ciudad en la cual nos estaba esperando Natasha, la madre de una amiga nuestra que desde hace unos años vive en Sant Boi, Ekaterina. Nos dijo que podríamos dormir en casa de su madre sin ningún problema.
Después de llevar 7 horas conduciendo, Moscú nos abría sus puertas, y me dije, bueno...ya estamos aquí,...Ay iluso de mí, estábamos allí, sí, estábamos en los densos e inacabables atascos que hay para entrar en la ciudad. Moscú, una ciudad grandísima y un tráfico de locos, tardamos 2 horas más en llegar a casa de Natasha, que está a unos15 minutos del centro, en metro. Nos estaba esperando Alexei, que es un amigo de Ekaterina, y nos llevó hasta casa para poder entendernos con ella, ya que él habla inglés y ella no habla nada de inglés ni español. Alexei nos recibió con dos amigos que nos estaban esperando con unas patatas fritas, cerveza y como no,...vodka.
Después de varios "Nazdravia" y dormir un poco, tocaba disfrutar de Moscú, quitando el centro centro y el Kremlin, que parece todo de cartón y una ciudad escaparte, como suelo decir yo, Moscú es una ciudad preciosa que rebosa historia en sus ladrillos. Si vais algún día, no dudéis en perderos por el metro, uno de los más grandes del mundo y disfrutar de sus túneles y estaciones mega decorados, con grandiosas lámparas, magníficas pinturas y molduras en sus paredes, os aseguro que es una visita mejor que muchos de los museos que podáis visitar.
Con mucha lástima nos despedimos de Natasha, que nos ha cuidado estos días magníficamente, todavía recuerdo que nos recibió, cómo no, con ensaladilla rusa y un pastel de pescado buenísimo.
También nos despedimos de Alexei, que nos ha ayudado mucho explicándonos anécdotas de Moscú y su gente, preparándonos algo muy típico de aquí, cómo no, vodka acompañado de lengua de vaca, para mí exquisito, a Fátima no sé si le gustó tanto, jajajaja. También nos ayudó con los trámites del visado de Mongolia, que ya está en nuestro poder.
Tras despedirnos de ellos con nostalgia nos toca seguir nuestro viaje, de momento por el gigante hacia la Rusia más profunda, para visitar Nóvgorod, Kazán, la felicidad y la libertad.




 

















sábado, 3 de septiembre de 2016

Frontera Europa - Rusia por tierra

Buenos días desde Rusia. Este post lo hacemos para todos los viajeros que, como nosotros, quieren pasar la frontera de Europa con Rusia por tierra.
Nosotros la hemos pasado por el norte, por Finlandia, desde Vaalima.
Os explicamos todos los pasos y nuestra experiencia para pasar estar frontera, aunque no quiere decir que en todas las fronteras de Europa con Rusia vaya a ser igual.
Primero, sacamos el visado de Rusia hace dos meses, a través de una agencia de visados, cualquiera de las que sale en google cuando pones tramitar visados, nos hicieron rellenar un formulario por internet, donde escribimos todo el trayecto, con las ciudades más grandes por las que tenemos pensado pasar, datos de los pasaportes, fechas de nacimiento, direcciones de residencia, etc. Este formulario lo imprimimos antes de enviarlo por mail. 
En un sobre metimos los dos pasaportes, una foto de carnet de cada uno, los formularios rellenados, una copia del ingreso que hicimos a la agencia de tramitación de visados, un justificante de seguro de atención médica (en el que pone que es válido para Rusia, si no tenéis seguro, la agencia de visados también lo tramita). Todo esto lo enviamos a la agencia de visados. Al cabo de una semana nos enviaron un mail confirmando que habían aceptado nuestra entrada y que en unos días nos enviaban los pasaportes con la documentación preparada.
Por lo que respecta a la furgoneta, tramitamos un seguro de coche, en el que pedimos que nos entregaran la carta verde, también nos sacamos el carnet de conducir internacional (en cualquier oficina de tráfico, cuesta 10'10€).
Como teníamos visado válido del 1 al 30 de septiembre el 31 de agosto llegamos a la ciudad fronteriza, limpiamos y arreglamos la furgoneta para prepararla para la frontera. El 1 de septiembre nos levantamos temprano y nos fuimos para allá, primero pasamos la frontera de salida de Finlandia, donde tienes que dejar la furgoneta delante de la barrera, entrar en la caseta y presentar tu pasaporte, en cuanto lo revisan te hacen pasar a otra sala donde hay una salida para volver a la barrera y subirte a tu vehículo, entonces se abre la barrera. Seguimos unos kilómetros y nos encontramos una cola de vehículos, allí nos esperamos unos 15 minutos, salió un policía y dejó pasar unos cuantos vehículos, entre los que estábamos nosotros.
A continuación llegamos a otra cola de vehículos, bueno, unas 4 colas. Nos pusimos en la 2, por ponernos en algún sitio, allí esperamos a que se pusiera verde el semáforo que nos llevaría hasta las oficinas de declaración de la frontera. Cuando nos tocó, éramos los primeros de la fila, así que nos pusimos en el pasillo (como si fuera un peaje de autopista) y allí paramos el motor, bajamos de la furgo y empezamos con los trámites.
Primero de todo tienes que adivinar qué caseta es la que controla el pasaporte, una vez lo adivinamos nos pusimos a la cola, nos revisaron los visados, rellenamos un papel que selló junto con los pasaportes. Después nos enviaron a la oficina de declaración de aduana, allí nos dieron unos papeles,...en ruso, que teníamos que rellenar, al final al ver nuestras caras de no entender nada nos trajeron unos formularios en inglés (podéis pedirlos, seguro que tienen, pero no los dan fácilmente). Rellenamos los papeles,....ojo.... el propietario y conductor del vehículo (a poder ser que sea el mismo) debe rellenar dos copias de estos formularios, el acompañante no hace falta que rellene nada, nosotros rellenamos 7 formularios, siempre había algún fallo que nos hacía repetir el formulario, y por lo tanto repetir la cola. 
Allí revisan toda la documentación de la furgoneta, nos pidieron: ficha técnica del vehículo, carta verde y pasaporte del conductor. Estuvieron bastante rato mirando la ficha técnica, porque no estarán acostumbrados a vehículos que no sean del país vecino, pero al final nos dejaron pasar. Nos entregaron la declaración aduanera sellada junto con una hoja informativa donde nos avisa que el vehículo puede estar en el país durante un año.
Después de todo el papeleo nos hicieron abrir la furgo, miraron por encima lo que había, hicieron fotos del interior y la matrícula y ya nos dejaron ir. Y al final, el último control, a un kilómetro revisión del pasaporte con todo en regla. El tiempo total que nos tomó pasar la frontera fue una hora y media.

No nos pidieron el extintor, ni el kit de primeros auxilios, ni el carnet internacional de conducir, pero nosotros recomendamos que se lleve todo en regla. Tampoco esperéis grandes sonrisas, bromas, ni un inglés nivel medio por parte de la policía fronteriza, aunque atienden educadamente,...en ruso.  Lo mejor que se puede hacer es, tomar-se las cosas con calma, y repetir  las veces que hagan falta,