Aquí subimos un vídeo que hicimos para celebrar nuestro año de viaje. 😊
1 año de viaje
Aquí podéis seguir las aventuras de nuestro viaje dando la vuelta al mundo en furgoneta
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jueves, 12 de octubre de 2017
1 año de viaje
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domingo, 11 de junio de 2017
sábado, 3 de junio de 2017
Canadá desde dentro
Buenas tardes des de Winnipeg, en el
centro sur de Canadá, en el estado de Manitoba, estamos a 33 grados,
en una furgo preparada para aislar el frío,...estamos bastante
calentitos, pero nada que no pueda arreglar un helado de chocolate.
Ya hemos pasado pueblos y algún estado que nos ha costado bastante poder deletrear, como Saskatchewan, y ahora ya nos empezamos a acercar al este de Canadá: Quebec, el lago superior, Toronto, Ottawa, Niágara, Nueva Escocia y mil sitios más que darán para otro post.
La bajada desde Alaska, en un principio, parecía que no nos iba a aportar nada nuevo de lo que ya habíamos visto. Pues bien, pasada la frontera volvimos a Whitehorse, para hacer la revisión de la furgoneta y prepararnos para el viaje, allí nos encontramos con unos cuantos viajeros europeos, con sus propios vehículos, gracias a una compañía alemana, la gente puede transportar sus vehículos a través del atlántico. Conocimos a holandeses que venían de pasar tres años por África, suizos, alemanes, franceses, una pareja de Tarragona. Para nosotros encontrar a toda esta gente fue una alegría, hace tiempo que dejamos de hablar de nuestra casa como algo determinado en un pequeño punto del mapa, desde Mongolia que nuestra casa es Europa, y encontrar a gente de allí nos hace sentir muy bien, y es recíproco, en cuanto nos encontramos entre europeos aparcamos unos al lado de los otros y nos ponemos a hablar. Normalmente estos viajeros son parejas mayores que se han jubilado y deciden hacer realidad sus sueños, a estas parejas las reconoces porque las envuelve un aura de tranquilidad y de...me da igual todo lo que pase. Les preguntamos cuál es su ruta y nos dicen...no sé ya veremos, cuándo piensan volver... no sé ya veremos, cómo tienen el presupuesto...no sé ya veremos,...claro...cobran la pensión y viven lo que les toca vivir ahora.
La bajada de Canadá, por varias razones, está siendo un viaje un poco más profundo hacia nosotros mismos, bueno, por lo menos para mí. El Yukon, el norte de la Columbia Británica y de Alberta son estados que mientras estás pasando por ellos crees que no tienen nada de especial, aunque te encuentras cantidades innumerables de osos, bisontes, alces, zorros, linces, cabras salvajes, millones de ardillas y águilas, todos paseando por la carretera, por el arcén, y todas las caravanas, coches y camiones nos paramos a observar desde la distancia. Es indescriptible la sensación que te produce parar la furgoneta y que pase justo por el lado de tu ventanilla un bisonte que podría aplastarte, sin mirarte, ignorándote...o por lo menos eso parece.
El respeto hacia estos animales es enorme, es increíble ver a un camionero que lleva días de viaje parar su enorme camión para ver a una pareja de osos comiendo, con la misma cara que ponemos los viajeros que nunca en nuestras vidas hemos visto a un oso en libertad. Los animales se sienten libres y propietarios de estos espacios, y los canadienses respetan esa propiedad. Además, como es el aniversario de los 150 años de independencia de Canadá, todos los parques nacionales son gratuitos y puedes ir metiéndote de uno al otro sin pagar y disfrutando de todo lo que te puede dar cada estado.
Los coches nos pitan por la carretera para saludarnos cuando ven nuestra matrícula, dándonos la bienvenida a su país, cuando hablamos con la gente de los pueblos nos ayudan, nos preguntan y charlan con nosotros con ganas de saber nuestras vidas, realmente los canadienses son personas muy abiertas, respetuosas y tolerantes, por lo menos los canadienses del oeste, ya veremos en el este cómo son.
Estuvimos una semana en el pueblo de Tumbler Ridge, escalando, caminando y viendo cascadas de mil verdes y azules, conociendo gente y dejando pasar la vida con calma, sin prisa.
Con las gafas de sol y los tirantes estaba feliz y relajada, hasta que vi la cara de Jordi que se estaba transformando, creía que detrás de mí había un oso de los que habíamos visto. Le pregunté qué estaba pasando, pero Jordi no podía hablar, sólo tenía la mirada de flipado y la boca abierta, vi pasar a dos tipos, uno con la cabeza teñida como un leopardo, y Jordi les seguía con la mirada, con la boca abierta, yo pensé,...tampoco es para tanto ver a alguien con la cabeza teñida, anda que no hemos visto cosas con lo que llevamos de viaje,...pues no,...resulta que eran los Red Hot Chilli Peppers, que los habíamos tenido detrás tomándose una cerveza. Todo el día estuve escuchando:¡Uaauuu los Red Hot, qué fuerte!.
El domingo hicimos lo que hace un buen edmontense, pasamos el día en el parque, comimos debajo de un árbol y vimos partidos de baseball, nos llamó la atención que en cada equipo había hombres y mujeres de todas las edades y muy distintos entre ellos, preguntamos y nos explicaron que son los trabajadores y jefes de empresas que juegan una liguilla de baseball cada domingo por la tarde, todos tenían que pasar por la posición de bateador y catcher, algunos iban de profesionales y otros se veía que nunca habían cogido un bate, pero todos jugaban juntos. Fue muy entretenido, sobretodo cuando vinieron unos chicos, con un cochecito con música, a repartir helados gratis, allí enseguida nos pusimos a la cola de los helados.
Pasamos un par de días en Edmonton y seguimos nuestro camino hacia el este, que parece que no, pero Candá también tiene sus kilometrillos de costa a costa. Poco a poco llegamos al Riding Mountain National Park, un parque nacional que abarca varios lagos y zonas de caminatas. Allí conocimos a Monika y Ernst, una pareja de suizos que habían empezado su viaje, al igual que los anteriores viajeros que nos habíamos encontrado en Whitehorse. Enseguida nos pusimos a hablar y terminamos tomando unas cervezas y cenando juntos. Nos sentimos realmente fascinados por ellos, nos contaban sus vidas y nosotros no podíamos hacer más que escuchar, dónde habían vivido, lugares por donde habían estado. Por la noche estuve pensando, ¿podremos ser como ellos algún día? Siendo más mayores encontrar a alguien joven con quien compartir nuestras historias, reírnos de ellas y darte cuenta que puedes estar hablando horas y horas de tu vida, sin que nadie pueda aburrirse. No sé si llegará ese momento, me encantaría, aunque lo que tengo claro es que estamos haciendo todo lo posible para que así sea.
Ya hemos pasado pueblos y algún estado que nos ha costado bastante poder deletrear, como Saskatchewan, y ahora ya nos empezamos a acercar al este de Canadá: Quebec, el lago superior, Toronto, Ottawa, Niágara, Nueva Escocia y mil sitios más que darán para otro post.
La bajada desde Alaska, en un principio, parecía que no nos iba a aportar nada nuevo de lo que ya habíamos visto. Pues bien, pasada la frontera volvimos a Whitehorse, para hacer la revisión de la furgoneta y prepararnos para el viaje, allí nos encontramos con unos cuantos viajeros europeos, con sus propios vehículos, gracias a una compañía alemana, la gente puede transportar sus vehículos a través del atlántico. Conocimos a holandeses que venían de pasar tres años por África, suizos, alemanes, franceses, una pareja de Tarragona. Para nosotros encontrar a toda esta gente fue una alegría, hace tiempo que dejamos de hablar de nuestra casa como algo determinado en un pequeño punto del mapa, desde Mongolia que nuestra casa es Europa, y encontrar a gente de allí nos hace sentir muy bien, y es recíproco, en cuanto nos encontramos entre europeos aparcamos unos al lado de los otros y nos ponemos a hablar. Normalmente estos viajeros son parejas mayores que se han jubilado y deciden hacer realidad sus sueños, a estas parejas las reconoces porque las envuelve un aura de tranquilidad y de...me da igual todo lo que pase. Les preguntamos cuál es su ruta y nos dicen...no sé ya veremos, cuándo piensan volver... no sé ya veremos, cómo tienen el presupuesto...no sé ya veremos,...claro...cobran la pensión y viven lo que les toca vivir ahora.
La bajada de Canadá, por varias razones, está siendo un viaje un poco más profundo hacia nosotros mismos, bueno, por lo menos para mí. El Yukon, el norte de la Columbia Británica y de Alberta son estados que mientras estás pasando por ellos crees que no tienen nada de especial, aunque te encuentras cantidades innumerables de osos, bisontes, alces, zorros, linces, cabras salvajes, millones de ardillas y águilas, todos paseando por la carretera, por el arcén, y todas las caravanas, coches y camiones nos paramos a observar desde la distancia. Es indescriptible la sensación que te produce parar la furgoneta y que pase justo por el lado de tu ventanilla un bisonte que podría aplastarte, sin mirarte, ignorándote...o por lo menos eso parece.
El respeto hacia estos animales es enorme, es increíble ver a un camionero que lleva días de viaje parar su enorme camión para ver a una pareja de osos comiendo, con la misma cara que ponemos los viajeros que nunca en nuestras vidas hemos visto a un oso en libertad. Los animales se sienten libres y propietarios de estos espacios, y los canadienses respetan esa propiedad. Además, como es el aniversario de los 150 años de independencia de Canadá, todos los parques nacionales son gratuitos y puedes ir metiéndote de uno al otro sin pagar y disfrutando de todo lo que te puede dar cada estado.
Los coches nos pitan por la carretera para saludarnos cuando ven nuestra matrícula, dándonos la bienvenida a su país, cuando hablamos con la gente de los pueblos nos ayudan, nos preguntan y charlan con nosotros con ganas de saber nuestras vidas, realmente los canadienses son personas muy abiertas, respetuosas y tolerantes, por lo menos los canadienses del oeste, ya veremos en el este cómo son.
Estuvimos una semana en el pueblo de Tumbler Ridge, escalando, caminando y viendo cascadas de mil verdes y azules, conociendo gente y dejando pasar la vida con calma, sin prisa.
El oeste de Canadá es salvaje, libre y
lleno de naturaleza, cuando ya has pasado por él y te vas alejando
te llena una sensación de vacío, de añoranza hacia ese territorio,
es muy difícil explicarlo: cuando estaba allí, al principio decía,
¿qué hace la gente aquí?, ahora, desde la distancia entiendo que
si has pisado esta zona no puedes dejarla, se queda pegada dentro de
ti, naturaleza en estado puro y sin darte cuenta, te engancha y te
hace formar parte de ella, no eres un mero espectador, eres eso que
ves.
Llegó el momento de dejar paso a la
civilización, de nuevo, y llegamos a Edmonton, en un principio
parecía una ciudad típica americana, construida a lo ancho y sin
mucha vida en las calles, hasta que llegamos a la Whyte Avenue, y
allí estaban esperándonos con los brazos abiertos, gente, terrazas
al sol, cervecitas fresquitas, nos miramos, aparcamos y nos fuimos a
disfrutar del ambiente, el mercado de los agricultores, con millones
de comidas para probar gratis, gente en las plazas tocando, y una
terraza que vimos en la que casi entramos como un tornado, nos
pedimos una pinta y unos nachos.
Con las gafas de sol y los tirantes estaba feliz y relajada, hasta que vi la cara de Jordi que se estaba transformando, creía que detrás de mí había un oso de los que habíamos visto. Le pregunté qué estaba pasando, pero Jordi no podía hablar, sólo tenía la mirada de flipado y la boca abierta, vi pasar a dos tipos, uno con la cabeza teñida como un leopardo, y Jordi les seguía con la mirada, con la boca abierta, yo pensé,...tampoco es para tanto ver a alguien con la cabeza teñida, anda que no hemos visto cosas con lo que llevamos de viaje,...pues no,...resulta que eran los Red Hot Chilli Peppers, que los habíamos tenido detrás tomándose una cerveza. Todo el día estuve escuchando:¡Uaauuu los Red Hot, qué fuerte!.
El domingo hicimos lo que hace un buen edmontense, pasamos el día en el parque, comimos debajo de un árbol y vimos partidos de baseball, nos llamó la atención que en cada equipo había hombres y mujeres de todas las edades y muy distintos entre ellos, preguntamos y nos explicaron que son los trabajadores y jefes de empresas que juegan una liguilla de baseball cada domingo por la tarde, todos tenían que pasar por la posición de bateador y catcher, algunos iban de profesionales y otros se veía que nunca habían cogido un bate, pero todos jugaban juntos. Fue muy entretenido, sobretodo cuando vinieron unos chicos, con un cochecito con música, a repartir helados gratis, allí enseguida nos pusimos a la cola de los helados.
Pasamos un par de días en Edmonton y seguimos nuestro camino hacia el este, que parece que no, pero Candá también tiene sus kilometrillos de costa a costa. Poco a poco llegamos al Riding Mountain National Park, un parque nacional que abarca varios lagos y zonas de caminatas. Allí conocimos a Monika y Ernst, una pareja de suizos que habían empezado su viaje, al igual que los anteriores viajeros que nos habíamos encontrado en Whitehorse. Enseguida nos pusimos a hablar y terminamos tomando unas cervezas y cenando juntos. Nos sentimos realmente fascinados por ellos, nos contaban sus vidas y nosotros no podíamos hacer más que escuchar, dónde habían vivido, lugares por donde habían estado. Por la noche estuve pensando, ¿podremos ser como ellos algún día? Siendo más mayores encontrar a alguien joven con quien compartir nuestras historias, reírnos de ellas y darte cuenta que puedes estar hablando horas y horas de tu vida, sin que nadie pueda aburrirse. No sé si llegará ese momento, me encantaría, aunque lo que tengo claro es que estamos haciendo todo lo posible para que así sea.
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y de más cerca que los hemos visto |
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pasamos un par de días en unas aguas termales |
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en sitios como este dormimos por las noches |
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ya podemos decir que hemos estado en el principio y el fin de la Alaska Highway |
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cascadas en Tumbler Ridge |
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Impresionante la fuerza del agua |
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Edmonton |
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domingo de parque en Edmonton |
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Riding Mountain National Park |
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Riding Mountain National Park |
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Y así nos tomamos la vida |
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miércoles, 12 de abril de 2017
The beautiful British Columbia
Hola a todos, estamos acercándonos, de nuevo al círculo polar ártico, por segunda vez en nuestro viaje. De momento seguimos en Canadá en la Columbia Británica, y como tienen en la matrícula los coches de este estado, estamos en the beautiful British Columbia (la preciosa Columbia británica) y tienen toda la razón. Aunque también hemos pisado un poco el estado de Alberta, el parque nacional de Jasper, al que llaman el palacio de hielo. Es un parque nacional que tiene una extensión como toda Cataluña, enormes cascadas de hielo, alces paseando por el pueblo de Jasper, nieve por todas partes, lagos congelados, impresionantes colores del agua, azul turquesa, azul grisáceo, azul oscuro, y nosotros nos vamos parando en todas partes, guardando todo en nuestro disco duro. Recordar todo esto será una gozada, pero vivirlo lo está siendo más.
Seguimos intentando ahorrar en el dormir, aparcando en la calle, y de vez en cuando buscar un "campground" (una especie de camping con lo básico, a veces sin duchas) para mantener un poco la higiene. En Jasper aparcamos la primera noche en la calle, se estaba muy bien, y aunque había nieve por todas partes, no hacía mucho frío (estamos mutando a canadienses), la segunda noche que dormimos en la misma calle nos despertamos con un regalito de una multa por 30 euros, se ve que en los pueblos que forman parte de los parques nacionales no se puede pasar la noche en el vehículo aparcado, así que fuimos a buscar un "campground" para pasar unos cuantos días más allí...bueno no está mal, después de 25.000Km, 10 países y 9 meses llegó la primera multa, y esperemos que sea la única.
De Jasper volvimos hacia el oeste, no perdemos de vista nuestro objetivo, lo más al norte posible. Nos fuimos hacia la ciudad de Prince George, al llegar nos pareció una ciudad aburrida y sin ningún encanto, así que seguimos el viaje hasta llegar al pueblo de Fort St. James, un pueblecito muy pequeño, al llegar allí nos empezamos a preocupar porque no podríamos aparcar más de un día en sus calles sin llamar la atención, como decimos con unas amigas...Dios proveerá,,...y así fue, estábamos delante del lago Stuart, con el pueblo a nuestra espalda y la puesta de sol en nuestros ojos y leímos un cartel que ponía: (Municipal Campground, 10€ la noche, el encargado pasa a recoger el dinero), Jordi me miró y me dijo,...es la mejor opción, así pasamos la semana aquí escalando, caminando y viendo estas puestas de sol. Nos quedamos allí, pero resulta que el encargado no pasó ni un solo día, ya que la temporada empieza en mayo o junio, así que los servicios están cerrados. La idea que tenemos nosotros de primavera, no se corresponde a los paisajes de Canadá, ellos van de manga corta y muy fresquitos, pero nosotros aún no hemos guardado la ropa térmica, creemos que la llevamos pegada a nuestro cuerpo.
Fort St. James es un sitio maravilloso, aunque pequeño puedes perderte en el monte pope, subir sus 1.000 metros y poder ver la típica postal de Canadá, árboles y lagos por todas partes hasta donde te alcanza la vista, y puedes estar seguro que donde ya no ves,...también hay árboles y lagos,...y nieve, a mí no se me da muy bien caminar sobre la nieve, parezco una manzana pocha, llevo morados por todas partes, al principio Jordi, cuando me caía venía corriendo preocupado y yo me enfadaba, no sé si con el mundo, con Jordi porque está a mi lado, conmigo, con la nieve, no se, ahora cuando ya estoy en el suelo Jordi me mira, me dice: te ayudo? me quedo callada y luego me levanto, supongo que ya en Alaska después de mil caídas más, me reiré.
Estando en Fort St James recibí un mail de una amiga, con una canción que nos recordó muchísimo nuestro viaje, el por qué estamos haciendo esto. Vosotros leéis los posts, las fotos y disfrutáis con nuestras aventuras, aunque no todos los días son una fiesta, hay días que tenemos que esperar que deje de llover, hay días que no puedo dormir por tener sabañones en los pies por el frío o simplemente esperar en un pueblo a que se acerque el calor para poder empezar a subir, ya que entrar en Alaska antes de Mayo es una locura. Recibir noticias de amigos que simplemente te dicen que se acuerdan de ti nos ayuda mucho, así que...esto lo pondré en catalán: gràcies Tina per recordar-nos què estem fent, què volem, quins són els nostres somnis, per què vam estar lluitant y vam deixar tantes coses enrere y gràcies per recordar-nos que no deixem de caminar i que quan tornem estareu a CASA esperant.
En Fort St. James podíamos despertarnos, desayunar en el lago, yo hacía unos ejercicios de yoga, Jordi tocaba la guitarra, y luego nos íbamos a escalar, uno de esos días vino Brenda, una mujer de unos 50 años, con unos mapas y un pin del pueblo, nos dio la bienvenida al pueblo, le dimos nuestro e-mail y un cd de los míos (nos llevamos varios cds por si conocíamos a alguien especial poder regalarle, ya no nos quedan) hoy recibimos un e-mail suyo dándonos las gracias por alegrar el pueblo, gracias por haber hecho que Fort St. James forme parte de algo tan mágico como nosotros y nuestro viaje,...pues hoy ya casi no comemos de lo que nos hemos hinchado como gallos. Nos encanta poder formar parte de la comunidad donde nos metemos por unos días.
Después de Fort St. James nos fuimos hacia Kiwanga, aunque para arrancar la furgo esa mañana tuvimos el privilegio de estrenar las pinzas que compramos después de pasar una noche en el Gran Cañón, como estábamos aparcados delante del lago helado y esa noche hizo un poco más de frío la furgoneta no arrancaba, así que enseguida vino un vecino en manga corta y una camioneta tamaño camión europeo a ayudarnos.
Kiwanga es el pueblo donde empieza la carretera 37, llegamos y nos pusimos delante del cruce, yo le dije a Jordi, ésta es...él me dijo...ya??? y nos bajamos de la furgo, allí estaba, la sensación es muy especial, nuestro viaje está formado por pequeños primeros pasos que se juntan. Este es otro pequeño primer paso, te invade una sensación de vacío, otro sueño que vas a atravesar. La carretera 37 es la que une la Columbia Británica más comercial con la parte casi deshabitada, llega hasta el Yukón y de allí directo a Alaska, naturaleza salvaje, 1000Km que esperan a que otros locos se metan por ella, formamos parte de algo tan gigante que parece que se divierta viendo pasar aventureros llenando sus depósitos para encontrar osos, lobos, conejos que llegan tarde a la hora del té y mil sueños que van llegando sin prisa pero sin pausa. Pero aún no es el momento de meternos en la 37, fuimos a Terrace, un poco más al sur, a esperar una semana más, esperar al tan ansiado mes de mayo, que vaya derritiendo la nieve para poder dejarnos continuar el viaje. En Terrace decidimos ir a un RV Park, un lugar donde puedes aparcar con duchas, lavadoras y wifi, desde donde ahora estoy escribiendo el post, llegamos ayer, aquí también hay muchas zonas de escalada, hace sol y calor (seguimos con lo térmico por eso) conseguimos....bueno...Jordi consiguió que nos hicieran una rebaja, ya que no necesitamos electricidad. Tan sólo aparcar vino nuestro vecino Larry, vive en una caravana con su nieto y fabrica atrapa sueños casi gigantes, nos invitó a un café y nos regaló un bote de salmón en conserva que había pescado durante el mes de agosto del año pasado, y qué más se puede pedir? Hoy veo el sol, conozco a alguien nuevo que me hace soñar y no necesito más.
Y estoy soñando mucho, hay algo en mi interior que se me está comiendo, algunos me dijisteis que estaba un poco loca por dejarlo todo por este viaje (mi sueño al fin y al cabo) bien, esta locura está apoderándose de mi cuerpo, en forma de Dalton Highway en Alaska, quizás algunos ya conoceréis esta carretera, es la carretera que te lleva desde Fairbanks a Deadhorse, el pueblo más al norte de América, es una de las carreteras más peligrosas del mundo, 1000Km de carretera sin pavimentar, hielo hielo y más hielo, los camiones tienen prioridad, es decir, debes dejarlos pasar cuando los ves venir. Yo le voy diciendo alguna cosilla sobre la carretera a Jordi, que me dice...Ya veremos Fátima, quizás es mejor que siempre haya uno de los dos que tenga el juicio más despierto, unos días soy yo y otros es él, por ahora hemos decidido que cuando lleguemos a Fairbanks, nos pondremos delante de la carretera, bajaremos de la furgoneta,...y luego....nos dejaremos llevar.
Seguimos intentando ahorrar en el dormir, aparcando en la calle, y de vez en cuando buscar un "campground" (una especie de camping con lo básico, a veces sin duchas) para mantener un poco la higiene. En Jasper aparcamos la primera noche en la calle, se estaba muy bien, y aunque había nieve por todas partes, no hacía mucho frío (estamos mutando a canadienses), la segunda noche que dormimos en la misma calle nos despertamos con un regalito de una multa por 30 euros, se ve que en los pueblos que forman parte de los parques nacionales no se puede pasar la noche en el vehículo aparcado, así que fuimos a buscar un "campground" para pasar unos cuantos días más allí...bueno no está mal, después de 25.000Km, 10 países y 9 meses llegó la primera multa, y esperemos que sea la única.
De Jasper volvimos hacia el oeste, no perdemos de vista nuestro objetivo, lo más al norte posible. Nos fuimos hacia la ciudad de Prince George, al llegar nos pareció una ciudad aburrida y sin ningún encanto, así que seguimos el viaje hasta llegar al pueblo de Fort St. James, un pueblecito muy pequeño, al llegar allí nos empezamos a preocupar porque no podríamos aparcar más de un día en sus calles sin llamar la atención, como decimos con unas amigas...Dios proveerá,,...y así fue, estábamos delante del lago Stuart, con el pueblo a nuestra espalda y la puesta de sol en nuestros ojos y leímos un cartel que ponía: (Municipal Campground, 10€ la noche, el encargado pasa a recoger el dinero), Jordi me miró y me dijo,...es la mejor opción, así pasamos la semana aquí escalando, caminando y viendo estas puestas de sol. Nos quedamos allí, pero resulta que el encargado no pasó ni un solo día, ya que la temporada empieza en mayo o junio, así que los servicios están cerrados. La idea que tenemos nosotros de primavera, no se corresponde a los paisajes de Canadá, ellos van de manga corta y muy fresquitos, pero nosotros aún no hemos guardado la ropa térmica, creemos que la llevamos pegada a nuestro cuerpo.
Fort St. James es un sitio maravilloso, aunque pequeño puedes perderte en el monte pope, subir sus 1.000 metros y poder ver la típica postal de Canadá, árboles y lagos por todas partes hasta donde te alcanza la vista, y puedes estar seguro que donde ya no ves,...también hay árboles y lagos,...y nieve, a mí no se me da muy bien caminar sobre la nieve, parezco una manzana pocha, llevo morados por todas partes, al principio Jordi, cuando me caía venía corriendo preocupado y yo me enfadaba, no sé si con el mundo, con Jordi porque está a mi lado, conmigo, con la nieve, no se, ahora cuando ya estoy en el suelo Jordi me mira, me dice: te ayudo? me quedo callada y luego me levanto, supongo que ya en Alaska después de mil caídas más, me reiré.
Estando en Fort St James recibí un mail de una amiga, con una canción que nos recordó muchísimo nuestro viaje, el por qué estamos haciendo esto. Vosotros leéis los posts, las fotos y disfrutáis con nuestras aventuras, aunque no todos los días son una fiesta, hay días que tenemos que esperar que deje de llover, hay días que no puedo dormir por tener sabañones en los pies por el frío o simplemente esperar en un pueblo a que se acerque el calor para poder empezar a subir, ya que entrar en Alaska antes de Mayo es una locura. Recibir noticias de amigos que simplemente te dicen que se acuerdan de ti nos ayuda mucho, así que...esto lo pondré en catalán: gràcies Tina per recordar-nos què estem fent, què volem, quins són els nostres somnis, per què vam estar lluitant y vam deixar tantes coses enrere y gràcies per recordar-nos que no deixem de caminar i que quan tornem estareu a CASA esperant.
En Fort St. James podíamos despertarnos, desayunar en el lago, yo hacía unos ejercicios de yoga, Jordi tocaba la guitarra, y luego nos íbamos a escalar, uno de esos días vino Brenda, una mujer de unos 50 años, con unos mapas y un pin del pueblo, nos dio la bienvenida al pueblo, le dimos nuestro e-mail y un cd de los míos (nos llevamos varios cds por si conocíamos a alguien especial poder regalarle, ya no nos quedan) hoy recibimos un e-mail suyo dándonos las gracias por alegrar el pueblo, gracias por haber hecho que Fort St. James forme parte de algo tan mágico como nosotros y nuestro viaje,...pues hoy ya casi no comemos de lo que nos hemos hinchado como gallos. Nos encanta poder formar parte de la comunidad donde nos metemos por unos días.
Después de Fort St. James nos fuimos hacia Kiwanga, aunque para arrancar la furgo esa mañana tuvimos el privilegio de estrenar las pinzas que compramos después de pasar una noche en el Gran Cañón, como estábamos aparcados delante del lago helado y esa noche hizo un poco más de frío la furgoneta no arrancaba, así que enseguida vino un vecino en manga corta y una camioneta tamaño camión europeo a ayudarnos.
Kiwanga es el pueblo donde empieza la carretera 37, llegamos y nos pusimos delante del cruce, yo le dije a Jordi, ésta es...él me dijo...ya??? y nos bajamos de la furgo, allí estaba, la sensación es muy especial, nuestro viaje está formado por pequeños primeros pasos que se juntan. Este es otro pequeño primer paso, te invade una sensación de vacío, otro sueño que vas a atravesar. La carretera 37 es la que une la Columbia Británica más comercial con la parte casi deshabitada, llega hasta el Yukón y de allí directo a Alaska, naturaleza salvaje, 1000Km que esperan a que otros locos se metan por ella, formamos parte de algo tan gigante que parece que se divierta viendo pasar aventureros llenando sus depósitos para encontrar osos, lobos, conejos que llegan tarde a la hora del té y mil sueños que van llegando sin prisa pero sin pausa. Pero aún no es el momento de meternos en la 37, fuimos a Terrace, un poco más al sur, a esperar una semana más, esperar al tan ansiado mes de mayo, que vaya derritiendo la nieve para poder dejarnos continuar el viaje. En Terrace decidimos ir a un RV Park, un lugar donde puedes aparcar con duchas, lavadoras y wifi, desde donde ahora estoy escribiendo el post, llegamos ayer, aquí también hay muchas zonas de escalada, hace sol y calor (seguimos con lo térmico por eso) conseguimos....bueno...Jordi consiguió que nos hicieran una rebaja, ya que no necesitamos electricidad. Tan sólo aparcar vino nuestro vecino Larry, vive en una caravana con su nieto y fabrica atrapa sueños casi gigantes, nos invitó a un café y nos regaló un bote de salmón en conserva que había pescado durante el mes de agosto del año pasado, y qué más se puede pedir? Hoy veo el sol, conozco a alguien nuevo que me hace soñar y no necesito más.
Y estoy soñando mucho, hay algo en mi interior que se me está comiendo, algunos me dijisteis que estaba un poco loca por dejarlo todo por este viaje (mi sueño al fin y al cabo) bien, esta locura está apoderándose de mi cuerpo, en forma de Dalton Highway en Alaska, quizás algunos ya conoceréis esta carretera, es la carretera que te lleva desde Fairbanks a Deadhorse, el pueblo más al norte de América, es una de las carreteras más peligrosas del mundo, 1000Km de carretera sin pavimentar, hielo hielo y más hielo, los camiones tienen prioridad, es decir, debes dejarlos pasar cuando los ves venir. Yo le voy diciendo alguna cosilla sobre la carretera a Jordi, que me dice...Ya veremos Fátima, quizás es mejor que siempre haya uno de los dos que tenga el juicio más despierto, unos días soy yo y otros es él, por ahora hemos decidido que cuando lleguemos a Fairbanks, nos pondremos delante de la carretera, bajaremos de la furgoneta,...y luego....nos dejaremos llevar.
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una de las miles de cascadas congeladas en Jasper |
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crías de alce en Jasper |
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Jasper |
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Regalazo que nos dio el destino en una tienda de cervezas de Jasper |
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Escalando en Jasper |
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Puesta de sol en Fort St. James |
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Subida al Mt. Pope |
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Estrenando las pinzas |
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Salmón de Larry |
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Carretera 37 en Kiwanga, preparándonos para el nuevo paso |
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domingo, 26 de marzo de 2017
Nuevo paso fronterizo, de EEUU a Canadá en furgoneta
Se abrió un claro entre las nubes
hemos vuelto a ver el solcomo dos presos comunes
en el tejado de una prisión
Quería empezar este post con estas frases de extremoduro, ya que llevamos unos días...bueno unos meses sin ver el sol, sólo lluvia.
Estamos en Kamloops, una ciudad al este de Vancouver, sí sí, ya estamos en Canadá.
Entramos por la carretera 5, la que sube por la costa Pacífica. El día anterior al paso de la frontera, como siempre que pasamos una frontera, nos preparamos, nos duchamos, limpiamos y ordenamos la furgoneta. Estábamos nerviosos, pero empezamos a estar familiarizados con los trámites y cada vez nos sentimos más tranquilos. Teníamos la sensación de que en Canadá sería más fácil que Rusia, pero no nos podíamos imaginar hasta qué punto de facilidad sería este paso.
Nos levantamos, pusimos gasoil (porque nos habían dicho que en EEUU era más barato que en Canadá) y empezamos el camino. Al llegar a la frontera había una cola de unos 20 minutos, los dos callados, como siempre, mirándonos, con una risa floja, yo con la carpeta de papeles en la mano (seguro, carnet de conducir, pasaportes, ficha técnica,...qué más qué más) nos tocó la hora, nos pusimos al lado de la cabina y esperamos a que empezara el espectáculo, era una chica joven,...bueno a mí todo el mundo empieza a parecerme joven,...por qué será. La chica nos miró, miró la furgoneta, volvió a mirar la matrícula, nos volvió a mirar y dijo algo...algo muy rápido y nosotros nos miramos y dijimos....¿qué ha dicho? Estamos escuchando mil tipos de inglés a cada cuál más rápido y más difícil de entender, nos vio la cara y nos dijo más lentamente,...
-¿de dónde salís vosotros dos con
esta furgoneta?
-pues de España, lo pone en el
pasaporte y en la matrícula-...Pero....¿cómo?
-Aaaaah...en barco
-¿Cómo?
Ah bueno,...llegó el momento de explicar el viaje, le explicamos todo el recorrido que llevamos y lo que nos falta, se calló, la siguiente pregunta fue qué país nos había gustado más, cogió los pasaportes y nos preguntó cuánto tiempo pensávamos quedarnos, le dijimos que ahora sobre 2 meses y a la bajada dos meses más, puso el sello sin mirar nada más y nos dijo, lo siento mucho, el país que más os va a gustar será Canadá, que lo paséis bien y que tengáis un buen viaje. Así fue todo el trámite del paso de frontera, yo volví a guardar todos los papeles en su sitio y fuimos entrando a este nuevo país para nosotros. Justo detrás de la cabina de control había un centro de turismo donde paramos y conocimos a Rita, la responsable del centro, nos dio mil papeles, folletos, mapas, nos marcó la mejor ruta, para esperar el buen tiempo, dónde poder ver auroras boreales, dónde ver osos, nos tuvo una hora y media, pero ahora tenemos toda la información de Canadá preparada para nosotros.
Nos fuimos a Vancouver,...oh ese día llovía, qué cosas, pero decidimos que la lluvia no nos iba a fastidiar más, así que nos pusimos los chubasqueros y las botas y empezamos a comernos Canadá,...y las patatas “poutiné” patatas con queso y salsa que nos encantan, con una cervecita. Vimos que en Vancouver se lleva mucho la Happy Hour, la cerveza un poco más barata, el horario es de 15 a 19h para los Canadienses es la hora de la cena, pero para nosotros nos sirve para la comida así que pudimos disfrutar de la cervecita a un precio bastante razonable.
Fuimos a un Walmart (un supercentro comercial donde la comida está bastante bien de precio) y cargamos la despensa, allí vimos que había muchas caravanas y campervans aparcadas en la calle, así que decidimos montar nuestro campamento allí mismo con ellos, así pudimos quedarnos 10 días disfrutando de esta ciudad llena de vida, la gente está tan acostumbrada a la lluvia que si los ves por la calle, en los veleros, corriendo, paseando los perros, parece que no llueva, ellos no llevan chubasqueros, no llevan nada, nosotros llevamos hasta la ropa térmica.
Una mañana nos despertamos y nos asustamos...estaba entrando el sol por la ventana de la furgoneta, así que abrimos todas las puertas y desayunamos con mucha calma, estábamos lavándonos los dientes y un chico se nos acercó y nos preguntó de dónde habíamos salido, estuvimos hablando un rato, bueno estuvo hablando él un rato, sobre 2 horas de monográfico del gran error que estábamos haciendo estando en Canadá, que cómo se nos ocurre estar aquí con el clima mediterráneo de nuestra casa. Llevaba unas gafas de tiro profesional, una gorra que apenas dejaba verle los ojos, bueno parecía un tipo majo, jejeje. A mí me asustó un poco, pero bueno, esta es nuestra locura y nos gusta, así que nosotros seguimos con nuestro viaje hacia el frío polar, esperando la primavera y si quiere,...el verano. Al día siguiente oímos la puerta de la furgo, nos estaban llamando, era Harry el sucio canadiense que volvía a visitarnos, esta vez traía una bocina de esas que se llevan en los partidos, en las que aprietas el botón y hacen un ruido bastante fuerte, nos dijo que con esto asustaríamos a los osos y a los lobos...muy bien ahora sí que me asustó, incluso así, aún no volvemos que nadie pierda la calma.
En Vancouver conocimos a Pepe Cardona, un chico vecino de nuestro pueblo que está viviendo allí, quedamos para tomar unas cervezas y charlar, estuvo muy bien, aunque como llevamos mucho tiempo sin beber alcohol tardamos dos días en recuperarnos, quién me ha visto y quién me ve...
Antes de irnos de Vancouver volvimos a cargar la despensa, y Jordi tuvo una gran idea,...y si compramos un puzzle de 1.000 piezas para hacerlo durante las tardes que volvemos a la furgo y está lloviendo,... sí estábamos locos de querer hacer un viaje como éste y claro, estamos locos por hacer un puzzle de 1.000 piezas en una campervan,...bien pues el puzzle ya está dentro de nuestra casita ocupando todo su espacio.
De Vancouver nos fuimos a Squamish, un poco más al norte, allí hay muchas zonas de escalada, así que decidimos desafiar a la lluvia e intentar poder escalar en Canadá, bueno pues llegamos en domingo y hacía un sol impresionante, hablamos con la gente del lugar, estaban muy contentos, desde noviembre que no salía el sol y no dejaba de llover, dios santo, 4 meses lloviendo, ese día era el primer día que salía el sol y el pronóstico era sol para el día siguiente, aunque ya los próximos días volvía la lluvia. Así que rápido rápido sacamos la cuerda, los arneses, las cintas y nos fuimos a escalar, qué bien poder notar el cuerpo peleando de nuevo con la gravedad. Estuvimos todo el día escalando, por la tarde decidimos que era el momento de tomar otra ducha, así que fuimos a la piscina municipal y pavellón deportivo, justo al entrar estaban jugando un partido de hockey sobre hielo y nos dijeron que podíamos entrar sin problema, así que esa fue nuestra primera experiencia con el hockey sobre hielo, los jugadores empujándose, tirándose unos encima de los otros, tirándose los sticks, todo un espectáculo. Después del partidillo fuimos a preguntar por las duchas, como el precio era el mismo por ducha que por usar todas las instalaciones fuimos a buscar los bañadores que no usábamos desde Tailandia y nos metimos en la sauna, en el jacuzzi, de nuevo en la sauna, de nuevo en el jacuzzi, y así hasta la hora de cerrar, esa noche nos dormimos sin ver ninguna película, qué placer más extremo es el de poder darse una ducha con agua calentita, cosas que aprendes a valorar.
Bien, como ya predijeron los...”squamishenses” empezó a llover y ya no paró así que arrancamos la furgo y decidimos irnos hacia el este, hacia las Rocky Mountain la frontera entre la British Columbia y Alberta, de camino vimos el pueblo de Maple Ridge en el que hay un parque territorial que se llama Golden Ears, como nos gustó decidimos quedarnos, pudimos disfrutar de otro día sin lluvia, así que lo pasamos en el lago, aún congelado, pero con pequeños brotes primaverales, la esperanza acecha. Y cuando volvió a llover, otra vez decidimos irnos, la lluvia parece que nos quiera seguir, pero nos hemos conseguido esconder de ella, llegamos a Kamloops un pueblo en la llanura de Nicola, entre montañas, aquí llueve muy poco, el paisaje es árido, totalmente contrastado con las montañas y árboles que hemos visto hasta ahora, hay una zona protegida que se llama Lac du Bois donde no crecen los árboles, el clima es cálido y el sol acostumbra a salir cada mañana, que no es poco, y aquí aparcamos, nos miramos y dijimos, aparcao, aquí nos quedamos. Y aquí seguimos, preparando nuestra ruta que nos llevará a los más alto, a la última frontera del norte, Alaska.
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entrada a Canadá |
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Vancouver |
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nuestro puzzle con unas patatas poutiné para llevar |
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celebrando el día de St. Patrick |
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Despertar en Canadá y ver la cara de tu vecino vigilándote |
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partidito de Hockey |
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día de escalada |
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paseo por el lago |
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el gustazo de que te de el sol |
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Kamloops |
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