Buenos días, aquí subimos otro pequeño vídeo de nuestra vuelta al mundo en furgoneta
https://youtu.be/hry-3DgNzQ0
Aquí podéis seguir las aventuras de nuestro viaje dando la vuelta al mundo en furgoneta
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lunes, 16 de octubre de 2017
Nuevo vídeo: Fahrenheit
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martes, 18 de julio de 2017
Hasta luego Canadá, fue un placer
Ya os estoy escribiendo desde otro
país, volvemos a estar en Estados Unidos, esta vez la costa Este.
Entramos esta mañana, íbamos con todo preparado, y con los nervios
de todas las fronteras, por si nos faltaba algún papel,... para
entrar por tierra a EEUU necesitas un visado, que debes tramitar en
tu país, pero nosotros no podíamos hacerlo, intentamos tramitarlo
en la embajada de los Estados Unidos en Ottawa, pero como no
estábamos en su lista nos fue imposible entrar en la embajada, así
que decidimos ir sin nada hasta la frontera y que allí hicieran lo
que quisieran, y así hemos llegado esta mañana. Se han encargado
dos chicos jóvenes, nos han hecho las mil preguntas de siempre y
nosotros hemos empezado a hablar, la nueva técnica que adoptamos es:
hablamos los dos, más o menos a la vez, en inglés y vamos contando
a nuestro rollo nuestro viaje, hasta que se cansan y nos hacen el
visado, y así lo han hecho. Hemos estado un tiempo esperando a que
nos hicieran el papelito, no puedo asegurar cuánto tiempo ha sido,
porque en las embajadas, fronteras y sitios públicos el tiempo pasa
de una manera distinta a la del resto del mundo, no sé si es mucho o
poco, la cuestión es que nos han dado los visados y nos han dicho
buen viaje...No nos han mirado la furgo,...y eso me da mucha rabia,
¡el momento de pasar las fronteras es cuando más limpia la
llevamos!.
Os voy a contar un poco el final de
nuestro paso por Canadá. Después de estar con los amigos
Volkswageneros en Niágara emprendimos camino hacia Ottawa, la
capital del país, una ciudad recogida, con edificios coloniales, con
mucho turismo, a nosotros nos pareció una pequeña Inglaterra, no
estábamos acostumbrados a este paisaje en estos lugares, estuvimos
tres días paseando por la ciudad y viendo los preparativos de la
fiesta nacional del 1 de julio, en Ottawa pudimos dormir en el
aparcamiento del Walmart (ya casi nuestro terreno) el tercer día
vino la policía, se ve que alguien los había llamado, que había un
vehículo sospechoso con una matrícula sospechosa, se puso un coche
delante de la furgo y otro detrás, y nosotros desayunando tan
tranquilamente. Nos preguntaron qué hacíamos tantos días allí y
las mil preguntas de siempre, al final nos dijeron que lo sentían,
pero que con la fiesta del 1 de julio la gente está un poco
asustada, fueron muy simpáticos, tanto que antes de irse nos
regalaron dos vales del Mc Donalds para dos cafés, y como ese día
ya nos íbamos nos pasamos por el Mc. Donalds a buscar nuestros
jarrones de café para el viaje, dos cafés XXL para llevar por
favor, con azúcar, vinagre, mostaza y ketchup (el vinagre, la
mostaza y el ketchup para nuestra despensa claro).
De Ottawa nos fuimos hasta Montréal,
allí encontramos una callecita en el centro, donde aparcar era
gratis y se veía un lugar muy tranquilo, ...así que ya teníamos
hotelito. Nos fuimos a ver la ciudad, había festivales por todas
partes, festival de artesanos, el festival internacional de jazz,
festival de pintura, mil actividades que nos hicieron volver locos de
un lugar a otro, todo gratis, montajes enormes, bailes con
estructuras hechas por contenedores de transporte, toda una calle
llena de pinturas, un piano público en una plaza, en el barrio gay,
donde estaban tocándolo y cantando los vecinos del barrio,
llegábamos tardísimo a nuestro hotelito furgonetero y hechos polvo
de ir hacia arriba y hacia abajo. Allí probamos las Poutiné más
famosas de Canadá, un plato enorme de patatas fritas con queso
cheddar y una salsa, también probamos la cola de castor, que no es
una cola de verdad, es un postre, que no está nada malo y que nos
comimos mientras paseábamos por el puerto antiguo de Montréal...vaya
estampa más romántica.
Y de Montreal a Quebec, pasando por el
parque Nacional la Mauricie, un parque como casi todos los que hemos
visto de Canadá, frondosos, verdes, con vistas que parece que te
ensanchen la mirada, caminatas por todas partes y cada una con una
característica distinta,...y lo mejor,...duchas, aprovechamos que
este parque nacional tenía duchas para hacer un buen repaso. Cuando
llegamos a las duchas nos dijeron que funcionaban con monedas de 25
centavos, cogimos todas las monedas que teníamos y nos fuimos hacia
allí, yo llevaba 2 y Jordi otras dos, al meternos en las duchas
vimos que para que funcionara tenías que meter 4 monedas de
golpe....bueno...no entraré en detalles, pero después de montar un
“cinet” nos pudimos duchar los 2 con nuestras 4 monedas (esta
será una de esas historias que cuentas en el bar riéndote).
Quebec nos pareció otra pequeña
Europa, esta vez Francia. Con muchas cuestas y otra vez mucho
turismo, fue allí donde pasamos el 1 de julio, en un concierto del
famoso grupo Billy Talent y los fuegos artificiales, fue bastante
divertido, aunque....seguimos pensando que somos los mejores montando
“tinglados” y festivales. En Québec hablan francés, yo creía
que también hablaba francés, fue muy frustrante no poder entenderme
con nadie en francés, no les entendía nada y ellos no me entendían
a mí, terminábamos hablando en inglés, Jordi se reía de mí
diciendo que él creía que iba a estar salvado en Québec con mi
francés....más tarde encontramos unos franceses de Francia y nos
dijeron que ellos tampoco llegan a comprenderse muy bien con la gente
de Quebec (fue un descanso).
De Quebec decidimos subir un poco hacia
el norte, hacia el pueblo de Tadoussac, donde se pueden avistar
ballenas beluga, ballenas negras y focas. Creíamos que no íbamos a
ver pero había millones de belugas, fue increíble, maravilloso, era
impresionante ver tantas y tan blancas, reflejaban la luz del sol en
sus espaldas cada vez que salían a respirar. Creíamos que ver las
belugas había sido lo mejor del día,...pero luego seguimos subiendo
hasta otro lugar, donde simplemente te sientas en las rocas delante
del mar y dejas pasar las horas, y cuando estás medio dormido,
relajado por el sol que te da en la cara y por el sonido del mar ves
salir una ballena enorme delante de ti y sale y se vuelve a meter y
vuelve a salir y se vuelve a meter y todos nos despejamos de golpe,
pero nadie dice nada. Quizás, para mí, este es uno de los secretos
de la vida que no sabía, no todo es ahora, ni a un momento
determinado, ni durante tanto tiempo, simplemente te sientas y
esperas que las cosas pasen, y puede que pasen o puede que no. Si no
pasan, no quiere decir que no estén allí, simplemente no ha pasado
mientras tú estabas,...si pasan...no lo olvidarás en la vida, no
sólo no olvidarás el espectáculo de ver a una ballena en su ruta
por la vida, tampoco olvidarás la sensación de la calma mientras
esperas ver cómo pasa la vida, la naturaleza, sólo disfrutar de la
espera. Esa noche dormimos en una playa llena de dunas y de
mosquitos, estábamos orientados hacia el este, es decir, el sol
salía por el mar, y sin el sol en el horizonte durante su puesta
vimos otro espectáculo, nosotros no podíamos ver el sol, estaba
detrás nuestro, detrás de las montañas, pero su reflejo llegaba
hasta el mar y volvía todo el cielo de color rosa, se ve que todos
los habitantes de Tadoussac saben este hecho y justo a la hora de la
puesta vinieron muchos coches para poder ver ese rosa de la vida. Al
día siguiente vimos salir el sol por el mar, y me di cuenta de
cuánto tiempo llevaba sin ver el sol salir por el mar, tal y como lo
he visto salir siempre durante 36 años, reflejando sus rayos más
fuertes de la mañana en el agua. Las puestas de sol en el océano
son preciosas pero la salida del sol por el mar me trae los mejores
recuerdos de mi vida, y por un momento eché de menos mi precioso mar
mediterráneo.
De Tadoussac nos fuimos hacia la
península de Gaspé, New Brunswick y Nova Scotia. Para nosotros,
después de pasar por todo Canadá, fue lo menos espectacular, que no
es menos bonito, pero tuvimos la sensación de estar en Europa,
pasamos por el parque nacional de Fundy, y por las rocas Hopewell,
unas rocas enormes erosionadas por la marea, entre las que puedes
pasearte cuando ésta baja, justo estar a su lado...dios santo qué
maravillas hay en el mundo, y sólo hemos visto la mitad. En Nova
Scotia pudimos estar en el parque nacional de Kejimkujik, y vimos la
niebla que acompaña esta provincia en toda su costa que la vuelve
misteriosa y silenciosa.
En esta zona los aparcamientos de los
centros comerciales Walmart se vuelven lugar de reunión y
“pasaratos” de sus habitantes,...lo que nosotros hacemos en una
cafetería, en una plaza, delante del mar, ellos lo hacen en los
aparcamientos, con un vaso para llevar de una cadena de cafés, pero
sin bajarse de los coches, cada uno está en su coche, uno al lado
del otro y hablan por las ventanillas, es muy divertido ver cómo
pasan las tardes así. Y en uno de estos aparcamientos nos
despertamos el 15 de julio, celebrando 1 año desde que empezamos el
viaje, no nos vamos a poner melancólicos,...pero empezamos de risa
hace un año y hemos reído, llorado, nos hemos enfadado, hemos visto
mil cosas, hemos conocido personas de distintas razas que van pasando
por la vida,...como nosotros, y también hemos aprendido que no somos
distintos a todos aquellos viajeros, turistas,...da igual el nombre,
que viven sus experiencias, sean cuales sean, unas empiezan, otras
acaban y todas son fascinantes para los que las están viviendo,
porque son sus vidas.
Se acabó nuestra gran experiencia en
Canadá, más de mil fotos, vídeos, recuerdos y amigos nuevos que lo
han hecho, sin lugar a dudas, uno de los países más impresionantes
en los que hemos estado, y quizás sí tenía razón la agente que
encontramos en la primera frontera de Canadá, que nos aseguró que
este país iba a ser el mejor de todo el viaje.
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cola de castor |
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parlamento de Ottawa |
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Calles de Montreal |
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piano público en el barrio gay de montreal |
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espectáculo con contenedores |
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calles de Quebec |
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Calles de Quebec |
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Poutiné (mmmm....) |
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Parque Nacional La Mauricie |
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uno de los lugares donde despertamos |
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la vie en rose |
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el saludo al sol |
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esperando ballenas |
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Jordi es un superviviente, haciendo fuegos |
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De todo sabe |
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niebla en Nova Scotia (P.N. Kejimkujik) |
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Ir a la playa en Canadá es lo mismo que en el Mediterraneo, pero con chaqueta |
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sábado, 1 de julio de 2017
Bendita avería
Ya estamos aquí de nuevo amigos, para
explicaros las cosas que nos han pasado estas últimas semanas, que
no han sido pocas.
Después de varios miles de kilómetros
de llanura para cruzar el centro de Canadá, llegamos a Thunder Bay,
el primer pueblo que bordea el Lago Superior, el lago más grande del
mundo, y no sé si será el más grande, pero desde luego cuando
estás en su orilla tienes la sensación de estar en el mar, ya que
ni desde lo alto de los acantilados que lo envuelven, puedes ver el
otro lado, y es que tiene, ni más ni menos que 4.393 Km. de costa.
Nos ha regalado grandes vistas y esos magníficos acantilados de los
que hablaba donde hemos podido escalar. Allí conocimos a Mike y
Robert, dos escaladores “sesenteros” y muy auténticos,
autóctonos de la zona, muy amablemente nos estuvieron enseñando las
zonas de escalada cercanas. Después de destrozarnos las yemas de los
dedos, emprendimos marcha, bordeando todo el lado canadiense del lago
superior, hacia Toronto. Toronto, vaya ciudad guapa guapa, creo que
en el “ranquing” de este viaje, sin duda es de las mejores, sino
la mejor de todas, una mezcla de edificios altos y casas bajitas
impregnadas de graffittis, una multiculturalidad y mezcla de razas
como no había visto hasta ahora, comprobamos científicamente que en
el metro no entran dos personas seguidas de la misma raza, por no
hablar de la amabilidad de su gente. Nada más llegar, íbamos por el
centro con nuestra furgo, reconociendo un poco la ciudad y buscando
alguna zona gratis para aparcar, entonces nos adelantó por la
derecha un tipo en bicicleta y nos preguntó a voces,
-¡¡¡de dónde sois, que no reconozco
esta matrícula!!!
así llegamos a un semáforo en rojo y
David se paró al lado de nuestra ventanilla, empezamos a explicarle
nuestro viaje y... el semáforo se puso verde
-¡¡¡OOOh qué guai, qué gran
aventura, que os vaya muy bien!!!
y así llegamos a otro semáforo en
rojo y David se volvió a poner en nuestra ventanilla, le explicamos
que estábamos buscando alguna zona gratis para aparcar y nos dijo
que en el centro era bastante difícil, a todo esto el semáforo se
volvió a poner en verde y nos dijo
-parad en esta gasolinera de aquí y os
digo alguna zona para aparcar gratis.
allí estuvimos un rato charlando con
él y su información nos fue de fábula, ya que encontramos una zona
gratis y tranquila donde pudimos pasar unos días aparcados. Esa
misma tarde terminamos tomando un café etíope con él, unos
dumplings tibetanos y para rematar un par de cervecitas.
Estuvimos unos días más descubriendo
y disfrutando esta maravillosa ciudad, sus barrios chino, portugués,
latino, italiano, coreano, africano, y un largo etcétera, miles de
ofertas culturales gratuitas, y es que, hay que ver cómo cuidan al
ciudadano en este país.
Con gran pesar dejamos Toronto atrás,
sin saber todavía lo que nos deparaba el futuro, una pequeña avería
en nuestra furgoneta, pero... ¡Ay mare! ¡bendita avería!. Y es que
emprendimos marcha hacia las cataratas del Niágara, en el camino
hicimos una parada para visitar los famosos viñedos de la zona,
cuando subimos de nuevo a la furgo pasó lo que llevaba tiempo
esperando:
-Fátima, la furgo no arranca
-Bueno, ya hace tiempo que le cuesta
arrancar, un día u otro tenía que pasar
-Ok, es hora de quemar el sándwich del
almuerzo, tendremos que empujar
-Espera que me ato las zapatillas
Y allí estábamos los dos, empujando
como jabatos, Fátima con los pies hinchados, pero no de empujar,
sino de la presión con que se había atado los zapatos, chica
previsora. Por esas cosas del destino que a unos quince metros
teníamos una bajada que nos facilitó la tarea, la furgo empezó a
coger carrerilla y saltando como en una peli de acción, nos metimos
dentro, Jason Bourne y Marie Kreutz lograron arrancar la furgoneta y
se dirigieron hacia Sta Catharina, el pueblo más cercano donde, otra
vez por esas cosas del destino, había una casa Volkswagen, algo
bastante raro en Canadá. Aparcamos en el parking y entramos a
preguntar si nos podían arreglar la furgoneta,
-hasta la semana que viene imposible,
tenemos el taller a tope
-ok pues entonces tendremos que dormir
aquí porque nuestra furgoneta no arranca y nosotros vivimos en ella
-buf, veré qué puedo hacer
A los cinco minutos salieron, como de un anuncio de coches, seis mecánicos impolutos del taller en busca de la furgo, empujando la metieron dentro y se pusieron a arreglarla. Al rato salió un mecánico y nos dijo que el problema era una pieza del contacto, nada grave, pero la pieza no le llegaba hasta el lunes y estábamos a viernes, como solución para el fin de semana nos propuso hacer un bypass, eso en inglés, en castellano lo que viene siendo un puente de toda la vida y al más puro estilo del torete y el vaquilla salimos del taller arrancando nuestra furgoneta juntando dos cables.
A los cinco minutos salieron, como de un anuncio de coches, seis mecánicos impolutos del taller en busca de la furgo, empujando la metieron dentro y se pusieron a arreglarla. Al rato salió un mecánico y nos dijo que el problema era una pieza del contacto, nada grave, pero la pieza no le llegaba hasta el lunes y estábamos a viernes, como solución para el fin de semana nos propuso hacer un bypass, eso en inglés, en castellano lo que viene siendo un puente de toda la vida y al más puro estilo del torete y el vaquilla salimos del taller arrancando nuestra furgoneta juntando dos cables.
No habíamos andado cinco metros que
allí estaban Barry y Ann, nos pararon antes de que pudiéramos salir
del taller y nos preguntaron si veníamos al festival Volkswagen, les
dijimos que no, que se nos había roto la furgoneta y teníamos que
esperar hasta el lunes. Nos explicaron que este fin de semana se
hacía un festival Volkswagen en un pueblo cercano, el destino había
hablado, Ok no tenemos nada que hacer hasta el lunes, puede estar
bien. Se ofrecieron para llevarnos a la tienda que organizaba el
evento y allá que nos fuimos. Llegamos a John's bug shop, estuvimos
explicándoles nuestra situación y nuestro viaje a todos ellos. Nos
fuimos hacia el camping donde se concentraban todas las furgos y
coches del evento y nada más llegar ya nos estaba esperando AJ, otro
organizador que ya sabía que íbamos para allá. Nos recibieron con
los brazos abiertos, fogata encendida y cerveza fría, ¿podíamos
pedir algo más?. Al día siguiente se hacía una ruta exhibición de
todos los vehículos Volkswagen, a cual más limpio y brillante,
entre todos ellos, allí estábamos nosotros, con nuestra furgo que
lleva mierda pegada desde Mongolia. Una vez aparcados los 250
vehículos del evento, pudimos disfrutar de una barbacoa y de grandes
conversaciones con toda la gente que flipaba con nuestra aventura y
con nuestro método para arrancar la furgo. Con la barriga llena,
preparados para irnos al camping se acercó un tipo y nos dijo que
era periodista del diario Niagara This Week y nos quería hacer una
entrevista sobre nuestro viaje, acabamos saliendo en portada. Una vez
en el camping, AJ, buen tipo y mejor persona, nos sorprendió con un
regalito digno de admirar, apareció con dos botellas de vino mágnum
italiano, que nos bebimos entre los tres, visitando y charlando con
los vecinos Volkswageneros, acabamos la noche a la vera de la hoguera
con guitarra en mano. Al día siguiente no había quién se
levantara, y cuando salimos de la furgo sólo quedábamos nosotros,
no veas cómo madruga esta gente. El domingo era la exposición de
todos los vehículos, nos fuimos para allá y nos volvimos a
encontrar con Barry y Ann, nos habían preparado unos bocatas para
comer con ellos, junto a ellos y otros compañeros pasamos todo el
día disfrutando de actividades tales como quemar el motor de un
coche o hacer equilibrio encima de una madera con los coches. Llegó
el momento de entregar los premios y para nuestra sorpresa AJ,
micrófono en mano, empezó a explicar a todo el mundo nuestra
aventura, nuestro viaje y cómo el destino nos había llevado hasta
allí, entonces dijo
-Ahora me quito el sombrero y lo dejo
encima de la mesa, todos aquellos que queráis ayudar a estos chicos,
podéis poner lo que queráis aquí dentro.
Anonadados vimos como la gente empezó
a acercarse y a meter billetes dentro del sombrero, incluso un
ganador compartió la mitad de su premio con nosotros, otros se
acercaron y nos regalaron bandejas de comida y como remate final la
organización nos volvió a invitar a cenar. Toda una demostración
de bondad, amabilidad, respeto y otros tantos adjetivos que podría
poner para esta maravillosa gente que conocimos este fin de semana.
Todavía no había acabado todo, al día siguiente Barry y Ann
vinieron al taller, mientras arreglaban la furgoneta, y nos dijeron
que les gustaría pasar el día con nosotros y enseñarnos un poco
toda la zona, así que empezamos el día con un desayuno a lo
canadiense total (huevos, bacon, tostadas, mermelada, salchichas,
café y colesterol), con la barriga llena y la furgo arreglada nos
invitaron a su casa, nos dimos un buen bañito en su piscina, nos
enseñaron dos magníficos mustangs clásicos que tenían en su
garaje, también estuvimos visitando las cataratas del Niágara,
algunos viñedos, hicimos una pequeña cata y volvimos a rematar el
día con otra cena (fish & chips), al despedirnos nos
sorprendieron, una vez más, regalándonos una matrícula canadiense,
banderas y jabones para nuestro viaje. Nos hicieron sentir como en
casa.
Este viaje nos está enseñando muchas
cosas, sobretodo que afortunadamente, en el mundo, hay muchas más
buenas que malas personas. Barry y Ann, AJ y John os estaremos
agradecidos toda la vida.
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esperando alguna solución |
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escalada en el lago superior |
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vistas desde los acantilados el lago superior |
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pictografías de los indígenas en la orilla del lago |
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Toronto |
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Toronto |
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cómo no...la CN Tower |
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buscando el problemilla |
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vino con AJ |
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guitarra a la vera del fuego |
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os presentamos a Barry y Ann |
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cena en uno de los lugares más lujosos del mundo |
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espectaculares cataratas |
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cataratas |
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domingo, 11 de junio de 2017
sábado, 3 de junio de 2017
Canadá desde dentro
Buenas tardes des de Winnipeg, en el
centro sur de Canadá, en el estado de Manitoba, estamos a 33 grados,
en una furgo preparada para aislar el frío,...estamos bastante
calentitos, pero nada que no pueda arreglar un helado de chocolate.
Ya hemos pasado pueblos y algún estado que nos ha costado bastante poder deletrear, como Saskatchewan, y ahora ya nos empezamos a acercar al este de Canadá: Quebec, el lago superior, Toronto, Ottawa, Niágara, Nueva Escocia y mil sitios más que darán para otro post.
La bajada desde Alaska, en un principio, parecía que no nos iba a aportar nada nuevo de lo que ya habíamos visto. Pues bien, pasada la frontera volvimos a Whitehorse, para hacer la revisión de la furgoneta y prepararnos para el viaje, allí nos encontramos con unos cuantos viajeros europeos, con sus propios vehículos, gracias a una compañía alemana, la gente puede transportar sus vehículos a través del atlántico. Conocimos a holandeses que venían de pasar tres años por África, suizos, alemanes, franceses, una pareja de Tarragona. Para nosotros encontrar a toda esta gente fue una alegría, hace tiempo que dejamos de hablar de nuestra casa como algo determinado en un pequeño punto del mapa, desde Mongolia que nuestra casa es Europa, y encontrar a gente de allí nos hace sentir muy bien, y es recíproco, en cuanto nos encontramos entre europeos aparcamos unos al lado de los otros y nos ponemos a hablar. Normalmente estos viajeros son parejas mayores que se han jubilado y deciden hacer realidad sus sueños, a estas parejas las reconoces porque las envuelve un aura de tranquilidad y de...me da igual todo lo que pase. Les preguntamos cuál es su ruta y nos dicen...no sé ya veremos, cuándo piensan volver... no sé ya veremos, cómo tienen el presupuesto...no sé ya veremos,...claro...cobran la pensión y viven lo que les toca vivir ahora.
La bajada de Canadá, por varias razones, está siendo un viaje un poco más profundo hacia nosotros mismos, bueno, por lo menos para mí. El Yukon, el norte de la Columbia Británica y de Alberta son estados que mientras estás pasando por ellos crees que no tienen nada de especial, aunque te encuentras cantidades innumerables de osos, bisontes, alces, zorros, linces, cabras salvajes, millones de ardillas y águilas, todos paseando por la carretera, por el arcén, y todas las caravanas, coches y camiones nos paramos a observar desde la distancia. Es indescriptible la sensación que te produce parar la furgoneta y que pase justo por el lado de tu ventanilla un bisonte que podría aplastarte, sin mirarte, ignorándote...o por lo menos eso parece.
El respeto hacia estos animales es enorme, es increíble ver a un camionero que lleva días de viaje parar su enorme camión para ver a una pareja de osos comiendo, con la misma cara que ponemos los viajeros que nunca en nuestras vidas hemos visto a un oso en libertad. Los animales se sienten libres y propietarios de estos espacios, y los canadienses respetan esa propiedad. Además, como es el aniversario de los 150 años de independencia de Canadá, todos los parques nacionales son gratuitos y puedes ir metiéndote de uno al otro sin pagar y disfrutando de todo lo que te puede dar cada estado.
Los coches nos pitan por la carretera para saludarnos cuando ven nuestra matrícula, dándonos la bienvenida a su país, cuando hablamos con la gente de los pueblos nos ayudan, nos preguntan y charlan con nosotros con ganas de saber nuestras vidas, realmente los canadienses son personas muy abiertas, respetuosas y tolerantes, por lo menos los canadienses del oeste, ya veremos en el este cómo son.
Estuvimos una semana en el pueblo de Tumbler Ridge, escalando, caminando y viendo cascadas de mil verdes y azules, conociendo gente y dejando pasar la vida con calma, sin prisa.
Con las gafas de sol y los tirantes estaba feliz y relajada, hasta que vi la cara de Jordi que se estaba transformando, creía que detrás de mí había un oso de los que habíamos visto. Le pregunté qué estaba pasando, pero Jordi no podía hablar, sólo tenía la mirada de flipado y la boca abierta, vi pasar a dos tipos, uno con la cabeza teñida como un leopardo, y Jordi les seguía con la mirada, con la boca abierta, yo pensé,...tampoco es para tanto ver a alguien con la cabeza teñida, anda que no hemos visto cosas con lo que llevamos de viaje,...pues no,...resulta que eran los Red Hot Chilli Peppers, que los habíamos tenido detrás tomándose una cerveza. Todo el día estuve escuchando:¡Uaauuu los Red Hot, qué fuerte!.
El domingo hicimos lo que hace un buen edmontense, pasamos el día en el parque, comimos debajo de un árbol y vimos partidos de baseball, nos llamó la atención que en cada equipo había hombres y mujeres de todas las edades y muy distintos entre ellos, preguntamos y nos explicaron que son los trabajadores y jefes de empresas que juegan una liguilla de baseball cada domingo por la tarde, todos tenían que pasar por la posición de bateador y catcher, algunos iban de profesionales y otros se veía que nunca habían cogido un bate, pero todos jugaban juntos. Fue muy entretenido, sobretodo cuando vinieron unos chicos, con un cochecito con música, a repartir helados gratis, allí enseguida nos pusimos a la cola de los helados.
Pasamos un par de días en Edmonton y seguimos nuestro camino hacia el este, que parece que no, pero Candá también tiene sus kilometrillos de costa a costa. Poco a poco llegamos al Riding Mountain National Park, un parque nacional que abarca varios lagos y zonas de caminatas. Allí conocimos a Monika y Ernst, una pareja de suizos que habían empezado su viaje, al igual que los anteriores viajeros que nos habíamos encontrado en Whitehorse. Enseguida nos pusimos a hablar y terminamos tomando unas cervezas y cenando juntos. Nos sentimos realmente fascinados por ellos, nos contaban sus vidas y nosotros no podíamos hacer más que escuchar, dónde habían vivido, lugares por donde habían estado. Por la noche estuve pensando, ¿podremos ser como ellos algún día? Siendo más mayores encontrar a alguien joven con quien compartir nuestras historias, reírnos de ellas y darte cuenta que puedes estar hablando horas y horas de tu vida, sin que nadie pueda aburrirse. No sé si llegará ese momento, me encantaría, aunque lo que tengo claro es que estamos haciendo todo lo posible para que así sea.
Ya hemos pasado pueblos y algún estado que nos ha costado bastante poder deletrear, como Saskatchewan, y ahora ya nos empezamos a acercar al este de Canadá: Quebec, el lago superior, Toronto, Ottawa, Niágara, Nueva Escocia y mil sitios más que darán para otro post.
La bajada desde Alaska, en un principio, parecía que no nos iba a aportar nada nuevo de lo que ya habíamos visto. Pues bien, pasada la frontera volvimos a Whitehorse, para hacer la revisión de la furgoneta y prepararnos para el viaje, allí nos encontramos con unos cuantos viajeros europeos, con sus propios vehículos, gracias a una compañía alemana, la gente puede transportar sus vehículos a través del atlántico. Conocimos a holandeses que venían de pasar tres años por África, suizos, alemanes, franceses, una pareja de Tarragona. Para nosotros encontrar a toda esta gente fue una alegría, hace tiempo que dejamos de hablar de nuestra casa como algo determinado en un pequeño punto del mapa, desde Mongolia que nuestra casa es Europa, y encontrar a gente de allí nos hace sentir muy bien, y es recíproco, en cuanto nos encontramos entre europeos aparcamos unos al lado de los otros y nos ponemos a hablar. Normalmente estos viajeros son parejas mayores que se han jubilado y deciden hacer realidad sus sueños, a estas parejas las reconoces porque las envuelve un aura de tranquilidad y de...me da igual todo lo que pase. Les preguntamos cuál es su ruta y nos dicen...no sé ya veremos, cuándo piensan volver... no sé ya veremos, cómo tienen el presupuesto...no sé ya veremos,...claro...cobran la pensión y viven lo que les toca vivir ahora.
La bajada de Canadá, por varias razones, está siendo un viaje un poco más profundo hacia nosotros mismos, bueno, por lo menos para mí. El Yukon, el norte de la Columbia Británica y de Alberta son estados que mientras estás pasando por ellos crees que no tienen nada de especial, aunque te encuentras cantidades innumerables de osos, bisontes, alces, zorros, linces, cabras salvajes, millones de ardillas y águilas, todos paseando por la carretera, por el arcén, y todas las caravanas, coches y camiones nos paramos a observar desde la distancia. Es indescriptible la sensación que te produce parar la furgoneta y que pase justo por el lado de tu ventanilla un bisonte que podría aplastarte, sin mirarte, ignorándote...o por lo menos eso parece.
El respeto hacia estos animales es enorme, es increíble ver a un camionero que lleva días de viaje parar su enorme camión para ver a una pareja de osos comiendo, con la misma cara que ponemos los viajeros que nunca en nuestras vidas hemos visto a un oso en libertad. Los animales se sienten libres y propietarios de estos espacios, y los canadienses respetan esa propiedad. Además, como es el aniversario de los 150 años de independencia de Canadá, todos los parques nacionales son gratuitos y puedes ir metiéndote de uno al otro sin pagar y disfrutando de todo lo que te puede dar cada estado.
Los coches nos pitan por la carretera para saludarnos cuando ven nuestra matrícula, dándonos la bienvenida a su país, cuando hablamos con la gente de los pueblos nos ayudan, nos preguntan y charlan con nosotros con ganas de saber nuestras vidas, realmente los canadienses son personas muy abiertas, respetuosas y tolerantes, por lo menos los canadienses del oeste, ya veremos en el este cómo son.
Estuvimos una semana en el pueblo de Tumbler Ridge, escalando, caminando y viendo cascadas de mil verdes y azules, conociendo gente y dejando pasar la vida con calma, sin prisa.
El oeste de Canadá es salvaje, libre y
lleno de naturaleza, cuando ya has pasado por él y te vas alejando
te llena una sensación de vacío, de añoranza hacia ese territorio,
es muy difícil explicarlo: cuando estaba allí, al principio decía,
¿qué hace la gente aquí?, ahora, desde la distancia entiendo que
si has pisado esta zona no puedes dejarla, se queda pegada dentro de
ti, naturaleza en estado puro y sin darte cuenta, te engancha y te
hace formar parte de ella, no eres un mero espectador, eres eso que
ves.
Llegó el momento de dejar paso a la
civilización, de nuevo, y llegamos a Edmonton, en un principio
parecía una ciudad típica americana, construida a lo ancho y sin
mucha vida en las calles, hasta que llegamos a la Whyte Avenue, y
allí estaban esperándonos con los brazos abiertos, gente, terrazas
al sol, cervecitas fresquitas, nos miramos, aparcamos y nos fuimos a
disfrutar del ambiente, el mercado de los agricultores, con millones
de comidas para probar gratis, gente en las plazas tocando, y una
terraza que vimos en la que casi entramos como un tornado, nos
pedimos una pinta y unos nachos.
Con las gafas de sol y los tirantes estaba feliz y relajada, hasta que vi la cara de Jordi que se estaba transformando, creía que detrás de mí había un oso de los que habíamos visto. Le pregunté qué estaba pasando, pero Jordi no podía hablar, sólo tenía la mirada de flipado y la boca abierta, vi pasar a dos tipos, uno con la cabeza teñida como un leopardo, y Jordi les seguía con la mirada, con la boca abierta, yo pensé,...tampoco es para tanto ver a alguien con la cabeza teñida, anda que no hemos visto cosas con lo que llevamos de viaje,...pues no,...resulta que eran los Red Hot Chilli Peppers, que los habíamos tenido detrás tomándose una cerveza. Todo el día estuve escuchando:¡Uaauuu los Red Hot, qué fuerte!.
El domingo hicimos lo que hace un buen edmontense, pasamos el día en el parque, comimos debajo de un árbol y vimos partidos de baseball, nos llamó la atención que en cada equipo había hombres y mujeres de todas las edades y muy distintos entre ellos, preguntamos y nos explicaron que son los trabajadores y jefes de empresas que juegan una liguilla de baseball cada domingo por la tarde, todos tenían que pasar por la posición de bateador y catcher, algunos iban de profesionales y otros se veía que nunca habían cogido un bate, pero todos jugaban juntos. Fue muy entretenido, sobretodo cuando vinieron unos chicos, con un cochecito con música, a repartir helados gratis, allí enseguida nos pusimos a la cola de los helados.
Pasamos un par de días en Edmonton y seguimos nuestro camino hacia el este, que parece que no, pero Candá también tiene sus kilometrillos de costa a costa. Poco a poco llegamos al Riding Mountain National Park, un parque nacional que abarca varios lagos y zonas de caminatas. Allí conocimos a Monika y Ernst, una pareja de suizos que habían empezado su viaje, al igual que los anteriores viajeros que nos habíamos encontrado en Whitehorse. Enseguida nos pusimos a hablar y terminamos tomando unas cervezas y cenando juntos. Nos sentimos realmente fascinados por ellos, nos contaban sus vidas y nosotros no podíamos hacer más que escuchar, dónde habían vivido, lugares por donde habían estado. Por la noche estuve pensando, ¿podremos ser como ellos algún día? Siendo más mayores encontrar a alguien joven con quien compartir nuestras historias, reírnos de ellas y darte cuenta que puedes estar hablando horas y horas de tu vida, sin que nadie pueda aburrirse. No sé si llegará ese momento, me encantaría, aunque lo que tengo claro es que estamos haciendo todo lo posible para que así sea.
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y de más cerca que los hemos visto |
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pasamos un par de días en unas aguas termales |
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en sitios como este dormimos por las noches |
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ya podemos decir que hemos estado en el principio y el fin de la Alaska Highway |
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cascadas en Tumbler Ridge |
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Impresionante la fuerza del agua |
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Edmonton |
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domingo de parque en Edmonton |
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Riding Mountain National Park |
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Riding Mountain National Park |
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Y así nos tomamos la vida |
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lunes, 15 de mayo de 2017
Alaska, the last frontier
CAPÍTULO 1:
Llevo un buen rato mirando la aguja del marcador de gasolina, porque hace unos kilómetros que ha entrado en reserva y rezando para encontrar una gasolinera, ya que, en Alaska puedes tirarte cientos de kilómetros sin encontrar nada de nada, y de repente, a lo lejos, avisto un techo con las letras TESORO, la marca de la gasolinera más famosa de Alaska. Fátima, estamos salvados...
CAPÍTULO 2:
-¡Necesitáis visa!
-¿Cómo?
-Que necesitáis visa para entrar en Alaska
-Fátima, que este señor dice que necesitamos Visa para entrar enAlaska, que el E.S.T.A. sólo es válido para entrar por aire o por mar.
Así fue nuestro recibimiento en la frontera de Canadá con Alaska, nos hicieron parar el coche y entrar a las oficinas para aclarar la situación, porque nosotros pensábamos que con el E.S.T.A. era suficiente para entrar en Alaska, pero resulta que sólo es válido si entras por aire o por mar. Tened esto en cuenta si llegáis por tierra a Alaska.
Al entrar a la oficina nos dijeron que el sitio más cercano para tramitar la visa era Vancouver, a unos 3.000Km de distancia, por supuesto le dijimos que no íbamos a hacer 6.000Km para entrar en Alaska. Después de explicarle nuestro viaje y enseñarle nuestra ruta el agente nos dijo que iba a hacer una llamada a su superior a ver si podía arreglarlo de alguna manera, después de unos intensos minutos viéndolo hablar por teléfono nos dijo, como si un abuelo regañara a su nieto, tenéis un mes de visa ,y nos la tramitaron allí mismo.
Con la visa debajo del brazo nos adentramos en Alaska, allí estaban, dándonos la bienvenida, un grupo de alces y un zorro que nos advertían de lo salvaje que es. Kilómetros y kilómetros de bosque, lagos, ríos y paisajes de lo más inhóspito que hemos visto hasta ahora.
Después de 250 kilómetros llegamos al primer pueblo habitado, allí paramos en una área de servicio y nos cruzamos con una auto-caravana con matrícula holandesa, el señor nos paró y nos comentó que nos había visto en Watson Lake, un pueblo de Canadá que está a unos 2.000 kilómetros de donde estábamos, ¡vaya puntazo!, estuvimos charlando y cambiando experiencias sobre nuestros viajes. Después de hacer noche nos dirigimos hacia Fairbanks (decidimos hacer nuestra ruta alaskeña de norte a sur), de camino a la segunda ciudad más grande de Alaska nos cruzamos con alces, osos, ardillas, zorros y un letrero que ponía: prohibido parar, prohibido hacer fotos, prohibido hacer videos, prohibido reducir la velocidad, prohibido prohibido, ¡joder!, ¿y esto es el país de las libertades?, ¡si está todo prohibido! Y es que resulta que a unos kilómetros apareció de la nada una pedazo de base aérea militar con todos sus cazas y todos los modelos de aviones que os podáis imaginar, todos bien aparcaditos, preparados por si el koreano se pone tonto. Así llegamos a Fairbanks, una ciudad que nos decepcionó un poco, una ciudad sin casco urbano, ni gente por la calle, tan sólo algunos indígenas borrachillos por ahí desperdigados, y es que supongo que vivir 8 meses al año a -40 grados y con tres horas de luz al día no tiene que ser fácil.
Dando un paseo encontramos un restaurante muy auténtico, donde servían comida casera, aprovechamos para probar el famoso salmón de Alaska, camino de la furgoneta Fátima me dijo que empezaba a notar síntomas de alergia (para los que no lo sepáis, Fátima es alérgica a bastantes alimentos) nos apresuramos para llegar a la furgo, una vez allí se tomó los medicamentos, pero pasaba el rato y no le hacían nada, entonces me dijo,...
-Creo que me tendrás que pinchar la adrenalina porque esto va a más.
-Qué dices, ¿seguro?
-Sí sí, la voy preparando
Mientras que ella preparaba la adrenalina yo me puse a buscar el hospital en el GPS, por si teníamos que acercarnos.
-esto ya está preparado para pincharme
-¿seguro que quieres que te pinche?
-sí sí pínchame que esto va a más
-¿sí, seguro?
-Que sí coño pínchame yaaaa
-Ok, 3 2 1....¡¡¡pulp fiction!!!
Teníamos idea de hacer unos 200 kilómetros de la Dalton Highway, pero una vez llegamos allí nos dimos cuenta que no íbamos a hacer ni 20, ya que es una carretera toda de tierra, llena de baches y unas cuestas que no podíamos pasar ni de tercera, todavía nos quedan miles de kilómetros de viaje y tenemos que cuidar nuestra maravillosa furgoneta. Así que emprendimos camino al sur.
-¿Te parece bien que paremos aquí hoy para hacer noche? Parece bastante tranquilito
- Sí Jordi, estamos en Alaska, aquí todo es bastante tranquilo.
tonto antes de tiempo.
Dimos un paseo para estirar las piernas, y a unos cincuenta metros de nosotros encontramos a unos señores practicando el deporte más famoso de EEUU, disparar como locos, les dijimos si podíamos echar un vistazo mientras disparaban, y nos dijeron, con gran orgullo y satisfacción, que por supuesto y es que, no veas como les gustan las pistolitas. Uno de ellos nos dijo que estaba probando una metralleta que se había comprado nueva, al ver mi cara de flipe el tipo se fue a su camioneta y sacó dos metralletas más para enseñárnoslas, y es que, vuelvo a repetir, no veas como les gustan las pistolitas a estos americanos. Después de dormir con un ojo abierto, por si acaso se escapaba algún tiro hacia nosotros, nos dirigimos hacia el Parque Nacional de Denali, donde se encuentra el pico más alto de Norte América, anteriormente llamado Mc. Kintley y actualmente llamado Denali, ya que Obama decidió cambiarle el nombre en honor a los indígenas de la zona, por lo que hemos sabido, no hace mucha gracia a los alaskeños que no son indígenas.
Seguimos nuestra ruta en busca de Anchorage, la ciudad más grande de Alaska y con algo más de encanto que Fairbanks, pudimos ir al Heritage Native Museum, donde se conservan los únicos restos de cultura indígena que queda en todo el estado, allí descubrimos la supervivencia de los antiguos nativos, técnicas de caza, pesca, pieles y distintos tipos de casas dependiendo de la zona.
Nos faltaban por ver los pueblos costeros del sur, Homer y Valdez, donde el océano pacífico norte se mezcla con el mar de Bering. Allí pudimos apreciar la gran industria de pesca que tienen y cómo no, los barcos pesqueros de cangrejos del programa de televisión, Pesca Radical, pudimos ver el Bering Sea y el Time Bandit si veis el programa os sonarán. Así que no nos podíamos ir de aquí sin probar la gastronomía del norte, incluyendo el cangrejo real, y no nos defraudaron, las curradas que se pegan los pescadores, valen la pena, están deliciosos.
Homer es un pueblecito con mucho encanto, casitas de colores alzadas con pilares de madera situadas encima del mar. Llegamos a una playa para hacer noche y coincidimos con una celebración que no sabíamos bien bien qué era, así que nos fuimos a preguntar a la muchedumbre, allí nos informaron de que era una fiesta que hacían cada año de un colegio de Anchorage y rápidamente nos invitaron a unirnos a la fiesta, nos invitaron a probar las famosas nubes quemadas que salen en las pelis, y es que como ya he dicho anteriormente en otro post, los americanos las pelis las clavan.
Sí sí, las nubes están muy buenas, pero... ¿tenéis alguna cervecilla por ahí? Y es que a veces la vida tiene estas cosas, se lo fui a preguntar a un tipo que tenía una fábrica de cerveza en Anchorage, no dudó en sacarnos varias birras. Entre birra y birra empezó a temblar el suelo durante unos cinco segundos y pensé, recórcholis estoy bajo de fondo, llevo un par de birras y ya se me mueve todo, pero que va, lo sentimos todos, y nos dijeron que eso es bastante frecuente allí, simplemente, para ellos, había sido un terremoto, yo estaba flipando, nunca había sentido algo así bajo mis pies.
Entre birras y terremotos acabamos la fiesta y nos fuimos a dormir para, el día siguiente, emprender marcha hacia Valdez, un pueblo lleno de fiordos completamente nevados que lo cobijan de los fuertes vientos del golfo de Alaska, minucias para nosotros, “vivim a la cala”, allí nos pegamos unos buenos días de escalada en roca. Después de dejarnos los antebrazos en las paredes de Valdez, emprendimos marcha de vuelta a Canadá, todavía nos quedaba mucho trayecto por delante, y un poquito de sufrimiento, y es que llevo un buen rato mirando la aguja del marcador de gasolina, porque hace unos kilómetros que ha entrado en reserva y rezando para encontrar una gasolinera, ya que, en Alaska puedes tirarte cientos de kilómetros sin encontrar nada de nada, y de repente a lo lejos, avisto un techo con las letras TESORO, la marca de la gasolinera más famosa de Alaska, Fátima estamos salvados... ¿Salvados?, la gasolinera estaba cerrada, resulta que cerraba los martes, y estábamos a martes, bueno pues seguiremos rezando para que la gasolina que queda nos lleve al siguiente pueblo a unos 80 kilómetros, os puedo asegurar que fueron los 80 kilómetros más largos de mi vida, ya que iba viendo cómo bajaba la gasolina y no llegábamos. Carretera secundaria de Alaska, no pasa ni dios, sólo hay árboles, osos y demás criaturas salvajes, me veía cogiendo la tienda de campaña a cuestas y pegándonos un par de días de caminata. Creo que nos hemos llegado a fusionar tanto con nuestra furgoneta que también piensa por sí sola y de alguna manera administró la gasolina para llegar justiiiito al siguiente pueblo, donde pudimos llenar el depósito para salir de Alaska.
Llevo un buen rato mirando la aguja del marcador de gasolina, porque hace unos kilómetros que ha entrado en reserva y rezando para encontrar una gasolinera, ya que, en Alaska puedes tirarte cientos de kilómetros sin encontrar nada de nada, y de repente, a lo lejos, avisto un techo con las letras TESORO, la marca de la gasolinera más famosa de Alaska. Fátima, estamos salvados...
CAPÍTULO 2:
-¡Necesitáis visa!
-¿Cómo?
-Que necesitáis visa para entrar en Alaska
-Fátima, que este señor dice que necesitamos Visa para entrar enAlaska, que el E.S.T.A. sólo es válido para entrar por aire o por mar.
Así fue nuestro recibimiento en la frontera de Canadá con Alaska, nos hicieron parar el coche y entrar a las oficinas para aclarar la situación, porque nosotros pensábamos que con el E.S.T.A. era suficiente para entrar en Alaska, pero resulta que sólo es válido si entras por aire o por mar. Tened esto en cuenta si llegáis por tierra a Alaska.
Al entrar a la oficina nos dijeron que el sitio más cercano para tramitar la visa era Vancouver, a unos 3.000Km de distancia, por supuesto le dijimos que no íbamos a hacer 6.000Km para entrar en Alaska. Después de explicarle nuestro viaje y enseñarle nuestra ruta el agente nos dijo que iba a hacer una llamada a su superior a ver si podía arreglarlo de alguna manera, después de unos intensos minutos viéndolo hablar por teléfono nos dijo, como si un abuelo regañara a su nieto, tenéis un mes de visa ,y nos la tramitaron allí mismo.
Con la visa debajo del brazo nos adentramos en Alaska, allí estaban, dándonos la bienvenida, un grupo de alces y un zorro que nos advertían de lo salvaje que es. Kilómetros y kilómetros de bosque, lagos, ríos y paisajes de lo más inhóspito que hemos visto hasta ahora.
Después de 250 kilómetros llegamos al primer pueblo habitado, allí paramos en una área de servicio y nos cruzamos con una auto-caravana con matrícula holandesa, el señor nos paró y nos comentó que nos había visto en Watson Lake, un pueblo de Canadá que está a unos 2.000 kilómetros de donde estábamos, ¡vaya puntazo!, estuvimos charlando y cambiando experiencias sobre nuestros viajes. Después de hacer noche nos dirigimos hacia Fairbanks (decidimos hacer nuestra ruta alaskeña de norte a sur), de camino a la segunda ciudad más grande de Alaska nos cruzamos con alces, osos, ardillas, zorros y un letrero que ponía: prohibido parar, prohibido hacer fotos, prohibido hacer videos, prohibido reducir la velocidad, prohibido prohibido, ¡joder!, ¿y esto es el país de las libertades?, ¡si está todo prohibido! Y es que resulta que a unos kilómetros apareció de la nada una pedazo de base aérea militar con todos sus cazas y todos los modelos de aviones que os podáis imaginar, todos bien aparcaditos, preparados por si el koreano se pone tonto. Así llegamos a Fairbanks, una ciudad que nos decepcionó un poco, una ciudad sin casco urbano, ni gente por la calle, tan sólo algunos indígenas borrachillos por ahí desperdigados, y es que supongo que vivir 8 meses al año a -40 grados y con tres horas de luz al día no tiene que ser fácil.
Dando un paseo encontramos un restaurante muy auténtico, donde servían comida casera, aprovechamos para probar el famoso salmón de Alaska, camino de la furgoneta Fátima me dijo que empezaba a notar síntomas de alergia (para los que no lo sepáis, Fátima es alérgica a bastantes alimentos) nos apresuramos para llegar a la furgo, una vez allí se tomó los medicamentos, pero pasaba el rato y no le hacían nada, entonces me dijo,...
-Creo que me tendrás que pinchar la adrenalina porque esto va a más.
-Qué dices, ¿seguro?
-Sí sí, la voy preparando
Mientras que ella preparaba la adrenalina yo me puse a buscar el hospital en el GPS, por si teníamos que acercarnos.
-esto ya está preparado para pincharme
-¿seguro que quieres que te pinche?
-sí sí pínchame que esto va a más
-¿sí, seguro?
-Que sí coño pínchame yaaaa
-Ok, 3 2 1....¡¡¡pulp fiction!!!
Después de recrear, más o menos, la
escena de la peli, por seguridad, nos fuimos al parking del hospital,
ya que con la adrenalina era suficiente para controlar el ataque.
Estuvimos media hora allí aparcados y Fátima se empezó a hinchar,
así que nos fuimos para adentro a urgencias. Cuando llegamos al
mostrador Fátima ya era Son goku a la cuarta potencia de
superguerrer, casi no se le veían los ojos y roja como el puente de
San Francisco. Nos atendieron rápidamente, nos metieron en un box y
le pincharon la medicación que en unos minutos la calmó. Tuvimos la
gran suerte de que todo esto nos pasó en una ciudad y no cuando
estamos por ahí perdidos. Los dos siguientes días hicimos poco más
que relajarnos para que Fátima se recuperara del todo.
CAPÍTULO 3:
Con Fátima completamente recuperada,
nos despertamos para ir a la clásica Dalton Highway, considerada una
de las carreteras más peligrosas del mundo, pero antes se nos acercó
un chico pidiéndonos ayuda para arrancar su auto-caravana, cómo no,
nosotros nos hemos visto en esta situación varias veces, y se
agradece mucho que te ayuden, así que después de arrancar la
caravana del colega nos fuimos para el norte.Teníamos idea de hacer unos 200 kilómetros de la Dalton Highway, pero una vez llegamos allí nos dimos cuenta que no íbamos a hacer ni 20, ya que es una carretera toda de tierra, llena de baches y unas cuestas que no podíamos pasar ni de tercera, todavía nos quedan miles de kilómetros de viaje y tenemos que cuidar nuestra maravillosa furgoneta. Así que emprendimos camino al sur.
-¿Te parece bien que paremos aquí hoy para hacer noche? Parece bastante tranquilito
- Sí Jordi, estamos en Alaska, aquí todo es bastante tranquilo.
De repente ¡BUUM! ¡BUUM! ¡RATATATATA!
-Madre mía Fàtima, ¿Alaska
tranquila? ¿Qué rayos es eso? Me parece que el koreano se ha puesto
tonto antes de tiempo.
Dimos un paseo para estirar las piernas, y a unos cincuenta metros de nosotros encontramos a unos señores practicando el deporte más famoso de EEUU, disparar como locos, les dijimos si podíamos echar un vistazo mientras disparaban, y nos dijeron, con gran orgullo y satisfacción, que por supuesto y es que, no veas como les gustan las pistolitas. Uno de ellos nos dijo que estaba probando una metralleta que se había comprado nueva, al ver mi cara de flipe el tipo se fue a su camioneta y sacó dos metralletas más para enseñárnoslas, y es que, vuelvo a repetir, no veas como les gustan las pistolitas a estos americanos. Después de dormir con un ojo abierto, por si acaso se escapaba algún tiro hacia nosotros, nos dirigimos hacia el Parque Nacional de Denali, donde se encuentra el pico más alto de Norte América, anteriormente llamado Mc. Kintley y actualmente llamado Denali, ya que Obama decidió cambiarle el nombre en honor a los indígenas de la zona, por lo que hemos sabido, no hace mucha gracia a los alaskeños que no son indígenas.
Seguimos nuestra ruta en busca de Anchorage, la ciudad más grande de Alaska y con algo más de encanto que Fairbanks, pudimos ir al Heritage Native Museum, donde se conservan los únicos restos de cultura indígena que queda en todo el estado, allí descubrimos la supervivencia de los antiguos nativos, técnicas de caza, pesca, pieles y distintos tipos de casas dependiendo de la zona.
Nos faltaban por ver los pueblos costeros del sur, Homer y Valdez, donde el océano pacífico norte se mezcla con el mar de Bering. Allí pudimos apreciar la gran industria de pesca que tienen y cómo no, los barcos pesqueros de cangrejos del programa de televisión, Pesca Radical, pudimos ver el Bering Sea y el Time Bandit si veis el programa os sonarán. Así que no nos podíamos ir de aquí sin probar la gastronomía del norte, incluyendo el cangrejo real, y no nos defraudaron, las curradas que se pegan los pescadores, valen la pena, están deliciosos.
Homer es un pueblecito con mucho encanto, casitas de colores alzadas con pilares de madera situadas encima del mar. Llegamos a una playa para hacer noche y coincidimos con una celebración que no sabíamos bien bien qué era, así que nos fuimos a preguntar a la muchedumbre, allí nos informaron de que era una fiesta que hacían cada año de un colegio de Anchorage y rápidamente nos invitaron a unirnos a la fiesta, nos invitaron a probar las famosas nubes quemadas que salen en las pelis, y es que como ya he dicho anteriormente en otro post, los americanos las pelis las clavan.
Sí sí, las nubes están muy buenas, pero... ¿tenéis alguna cervecilla por ahí? Y es que a veces la vida tiene estas cosas, se lo fui a preguntar a un tipo que tenía una fábrica de cerveza en Anchorage, no dudó en sacarnos varias birras. Entre birra y birra empezó a temblar el suelo durante unos cinco segundos y pensé, recórcholis estoy bajo de fondo, llevo un par de birras y ya se me mueve todo, pero que va, lo sentimos todos, y nos dijeron que eso es bastante frecuente allí, simplemente, para ellos, había sido un terremoto, yo estaba flipando, nunca había sentido algo así bajo mis pies.
Entre birras y terremotos acabamos la fiesta y nos fuimos a dormir para, el día siguiente, emprender marcha hacia Valdez, un pueblo lleno de fiordos completamente nevados que lo cobijan de los fuertes vientos del golfo de Alaska, minucias para nosotros, “vivim a la cala”, allí nos pegamos unos buenos días de escalada en roca. Después de dejarnos los antebrazos en las paredes de Valdez, emprendimos marcha de vuelta a Canadá, todavía nos quedaba mucho trayecto por delante, y un poquito de sufrimiento, y es que llevo un buen rato mirando la aguja del marcador de gasolina, porque hace unos kilómetros que ha entrado en reserva y rezando para encontrar una gasolinera, ya que, en Alaska puedes tirarte cientos de kilómetros sin encontrar nada de nada, y de repente a lo lejos, avisto un techo con las letras TESORO, la marca de la gasolinera más famosa de Alaska, Fátima estamos salvados... ¿Salvados?, la gasolinera estaba cerrada, resulta que cerraba los martes, y estábamos a martes, bueno pues seguiremos rezando para que la gasolina que queda nos lleve al siguiente pueblo a unos 80 kilómetros, os puedo asegurar que fueron los 80 kilómetros más largos de mi vida, ya que iba viendo cómo bajaba la gasolina y no llegábamos. Carretera secundaria de Alaska, no pasa ni dios, sólo hay árboles, osos y demás criaturas salvajes, me veía cogiendo la tienda de campaña a cuestas y pegándonos un par de días de caminata. Creo que nos hemos llegado a fusionar tanto con nuestra furgoneta que también piensa por sí sola y de alguna manera administró la gasolina para llegar justiiiito al siguiente pueblo, donde pudimos llenar el depósito para salir de Alaska.
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